Me pregunto qué pasará cuando las personas fìsicas empiecen a declararse en suspensión de pagos o, por decirlo con mayor precisión, soliciten concurso de acreedores. Cada día salta a la actualidad un nuevo globo-sonda sobre el copago de tal sistema o cual servicio. Empezamos con la sanidad, las medicinas, la educaciòn y la justicia. El ultimo en fecha, que no en ocurrencia, es el del uso de las carreteras. El concepto de los impuestos se escinde abusivamente en dos: los que hasta ahora pagábamos tributarán por el mero hecho de existir, y los copagos darán derecho a los servicios que creíamos estar pagando precisamente con los impuestos directos, indirectos, oblicuos y transversales. Porque ya sufrimos doble y triple imposición con la analogía de muchas figuras fiscales de titularidad estatal, autonómica y local. Esta descarnada vampirización del ciudadano que consiste en co-cobrarle lo que creia suficientemente pagado, es la gran innovación de los indigentes mentales castrados por la crisis (imaginativamente hablando).

El sistema no da para más, oimos decir a toda hora. Pero nadie se atreve al cambio, porque parece más fácil violar los derechos individuales, lo que, en cierta medida, es un delito de Estado. Por ello conviene pinchar de inmediato las sondas y obligar a los responsables institucionales a descalificarlas como paridas de incontinentes verbales. Mejor esto que empezar a pensar seriamente en la rebeldía fiscal como expresion de una desobediencia civil que ya está en la calle con la ocupaciòn indignada de espacios urbanos, la resistencia colectiva a los embargos bancarios y otras figuras que mejor sería no subestimar. Por lo pronto, recomiendo la relectura de Thoreau. Este proceso de rápida perversión de los principios convivenciales que los candorosos consideran sagrados está dando a luz reacciones tan inesperadas como la del político polaco que evoca la invasiòn nazi de su pais cuando asegura temer más la pasividad de Merkel que la hiperactividad de los alemanes de entonces. Es inevitabe el escalofrío ante una imagen mental de Europa si tales ideas progresan y se generalizan,

Los del copago se parapetan alegando que su propuesta tan solo afectaría a las "rentas más altas". Los criterios para determinarlas pueden ser delirantes, habida cuenta de las mil trampas adheridas a la liquidación de esas rentas. La laxitud de la inspección, la excepcionalidad de las sanciones firmes y efectivas contra el fraude y la floja progresividad tienen mucho más que ver con la apelación al copago que la crisis bancaria en sì misma. En otras palabras, falla el sistema fiscal, tanto más escandaloso cuanto mayores son las rentas. Y no hay agallas para meter mano a este indiscutible "quid" del problema. Antonio Tajano, vicepresidente de no sé qué foro eropeo, acaba de mostrarse encantado de los proyectos económicos y laborales de Rajoy. También me gustaría aplaudirlos, la verdad. Pero no me los ha contado.