Esta vez, la ronda de llamadas con los mejores deseos para 2012 ha sido una felicidad. Mi cuñado la recibe al son de «estoy que no levanto cabeza, llevo unos días tristísimo». Y eso que el canalla está a nada de la jubilación. Vamos, que alcanza la orilla en esta temporada, algo que los que vienen detrás a cierta distancia no saben en qué condiciones la divisarán, pero se las temen. Una amiga de la familia se muestra incapaz de coger siquiera el teléfono aduciendo que no ha podido levantarse de la cama, víctima de no sabe qué virus. Le envío un recado haciéndole ver si no será que se le ha bajado el ierrepeefe al estómago, posibilidad que debió producirle una inflamación ya que ha seguido sin obtener respuesta. Un sobrino de Valladolid, que es un profesional y un hacha de la cocina, confiesa, después de dejar listos un par de rodaballos, que fue compañero de curso de Soraya y, tras reconocer que se trataba de un cerebrito, recuerda que por entonces era medio grunge. Se ve que a nosotros va a tocarnos el otro medio. A pesar de albergar dudas hasta el último instante, un buen amigo cogió el petate y se fue hasta los Pirineos sabedor de la escasa nieve con la que iba a encontrarse. Pero parece evidente que le daba igual. Él lo que quería era tirarse. Si sólo fuera él...

Lógicamente he frenado en seco y hace días que he dejado aparcada la serie para mejor ocasión. Además, mañana hay nuevo Consejo de Ministros, por lo que cualquiera es el guapo que sigue con la ronda. El último mensaje que he recibido así lo atestigua: «Como hay que ahorrar en teléfono, aprovecho el eseemeese para desearte feliz Año Nuevo, cumpleaños y santo; si te pones malo, que te mejores; feliz San Valentín; nos vemos en las Fallas; que cojas color este verano en la playa y, por si la cosa se alarga, feliz 2013». En fin, una fiesta tras otra. De hecho me han soplado que los Reyes Magos no saben si salir o entregarse.

Estamos a la altura. Fíjense cómo será el peso político de la Comunitat, que hay quien ha registrado como cuota que García-Margallo, el de Exteriores, posea casa en Xàbia. O sea que, si la tiene arrendada y suman los inquilinos, estamos que lo rompemos. Una de las consecuencias no es ya que nadie haya contado con opciones para hacerse con la Secretaría de Estado de Turismo, es que la designación ha pasado desapercibida. Patronal y altos cargos mallorquines, sin embargo, han presionado lo suyo para que el relevo de Mesquida también fuera balear, y así ha sucedido. El conseller de Turismo, Carlos Delgado, lo ha dejado claro en twitter: «Enhorabuena a Isabel Borrego. Una gran noticia para Baleares». Esto ha sido posterior a que el titular del ministerio, el canario José Manuel Soria, avanzara que tanto Baleares como Canarias contarán con una «atención especial» en el ámbito turístico. Lo único positivo es que, a este paso, nosotros también nos convertiremos en una isla. Sí, porque Andalucía al menos se movió y, de hecho, el presidente de los hoteleros de la Costa del Sol sigue sin bajar la guardia y ha apuntado la necesidad de que en futuros nombramientos se haga valer el peso de la región en el sector. Alguno albergaba la esperanza de que Gerardo Camps rascara bola, pero con ese apellido no parece que Rajoy esté por la labor de dar muchas explicaciones. Así que han dicho: pues tú misma. O sea, Isabel Borrego, diputada, licenciada en Derecho por la Universidad de Baleares y máster en Derecho de la Construcción y del Sector Inmobiliario, ha estado en el Instituto Balear de la Vivienda y ha sido directora general de lo mismo en aquel Ejecutivo. Desde 2007 es asesora de la consejera de Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid y, este año, edil de Urbanismo en Pozuelo de Alarcón. Toda una experta en turismo, desde luego. Aunque teniendo en cuenta que de consellera del ramo contamos con la ex de Canal 9, mejor rechistar poco. No vaya a ser que se lo ofrezcan al alcalde de Benidorm y acepte.