Las Naciones Unidas decidieron que 2012 sería el Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos en un acuerdo de diciembre 2010. El uso de las fuentes renovables se ha convertido en un factor fundamental no sólo por la necesidad de reducir las emisiones de efecto invernadero que promueven el calentamiento global, sino como una cuestión básica para el desarrollo. De hecho, más de 3.000 millones de personas dependen de la biomasa natural para cocinar y como fuente de calefacción; 1.500 millones carecen de acceso a la electricidad y millones de personas pobres no pueden pagar los servicios energéticos modernos, incluso si están disponibles. De esta forma, la ONU también quiere destacar a gobernantes e industrias la importancia de invertir en tecnologías energéticas menos contaminantes a las basadas en los recursos fósiles que, a su vez, garanticen la capacidad de adaptación al cambio climático. Por ello, se considera que las energías básicas para el desarrollo sostenible deben ser "fiables, de costo razonable, económicamente viables, socialmente aceptables y ecológicamente racionales".