La transición española a la democracia es un hecho insólito en nuestra historia, que tiene la fuerza de un verdadero «cambio de paradigma». Lo más sorprendente no es que el tránsito haya tenido lugar de forma pactada y pacífica, sino que el stablishment del franquismo haya pasado a formar parte del stablishment de la democracia. En esa reinstalación la figura de Fraga —como tal figura, como símbolo, como icono— ha jugado un papel principal. Por el mismo motivo, aunque desde otro punto de vista, Fraga constituye una explicación viviente de la transición española, aunque no haya desempeñado un primer papel en la obra, protagonizada por Suárez y Carrillo. Podría vérsele incluso como un «testigo», el objeto que un corredor entrega a otro, y éste debe llevar a la meta sin que se le caiga. Él nunca asumió ese papel, ni entendió por qué no había llegado a presidente del Gobierno de España.