La multinacional Sony ha presentado recientemente en la feria Eco Products, celebrada en Tokio, una «biobatería» capaz de generar electricidad a partir del papel. Los ingenieros de Sony llevan años detrás de la fabricación de «biobaterías». Su primera pila biológica, hecha con glucosa, movió un pequeño ventilador. En 2008 consiguieron activar un «walkman».

Para lograr la explotación comercial de estos equipos, los investigadores necesitan profundizar en los complejos mecanismos por los que las encimas son capaces de transformar en electricidad la energía contenida en los azúcares y también en la celulosa con la que se fabrica el cartón o el papel de este periódico.

Cualquier avance en esta dirección tendría consecuencias medioambientales al permitir una «segunda vida» a materiales como el papel o el cartón, pero también sociopolíticas, económicas y hasta geoestratégicas.

Hoy por hoy, la tecnología más eficiente en baterías es la del ion-litio, lo que ha llevado a multiplicar espectacularmente en la última década las necesidades mundiales del mineral de litio. Hace un año ya se pagaba a 50 dólares el kilo. Y lo peor está por llegar. Caminamos hacia una insoportable presencia en nuestras vidas de teléfonos móviles, tabletas y pequeños ordenadores, por no hablar de la construcción de baterías sin las que es impensable el desarrollo del coche eléctrico.

El problema es que hay muy poco litio en el mundo. Los principales depósitos conocidos se hallan en Bolivia

—en los sedimentos de un gran lago salado— y, al parecer, también en Afganistán. Francia, Japón, EE UU y China ya están moviendo sus peones para hacerse con este tesoro que bien podría generar las próximas guerras. Con este panorama, la investigación de Sony quizá merezca algo más que nuestra simpatía.