El secretario general del PP de la Comunitat, Antonio Clemente, ha dicho que es de valientes acordar la panoplia de medidas tomadas por el Presidente Fabra para reducir el déficit público, y que suponen recortes severos en sanidad e ingresos del funcionariado, así como subida de impuestos a todos los valencianos.

Y, sin embargo, creo que la acción del Presidente se corresponde mejor con una actitud de abuso del poder que ostenta. Cierto es que a él le ha tocado poner fin, forzosamente, a la política de despilfarro desmedido del anterior presidente de la Generalitat, que ahora está purgando todos cuantos desbarajustes políticos y económicos ha provocado durante su largo período de (des)gobierno. Pero no se puede olvidar que nos hallamos dentro del mismo partido gobernante, y por ello, conviene resaltar que el presidente Fabra se ve obligado a rectificar alguno de los múltiples errores que se han cometido en las legislaturas anteriores de Camps, cuando la lógica más elemental nos indicaría que debiera ser la oposición la que hubiera debido reconducir tantos fastos y tanta desmesurada alegría económica del PP.

No ha sido así, y seguramente a la oposición hay que achacarle una buena parte de que esta secuencia no se ha haya producido, como hubiera sido lo lógico, ante tanto desacierto revestido de "populismo pseudovalencianista" del partido actualmente en el gobierno.

Pero volvamos a la frase de Clemente, sobre la valentía en la toma de recortes sin tregua contra los que ninguna responsabilidad han tenido en la situación de crisis galopante que nos aqueja.

Quizás hubiera sido de valientes tomar estas medidas antes de la celebración de las recientes elecciones generales, de haber sido expuestas en la campaña de las municipales y autonómicas, puesto que ya se conocía perfectamente, y mucho más el presidente Fabra y su gobierno, el estado calamitoso de las cuentas de nuestra Autonomía. Pero ahora, cuando se tiene prácticamente todo el poder (PP), y se ha ocultado lo que se iba a hacer a toda la población para asegurar el objetivo político prioritario de mantenerse en el poder; no es precisamente "valentía" lo que rezuman todas estas medidas contrarias a los intereses más elementales de los que menos tienen.

Sería mucho más ético y certero calificarlas como un abuso, como un trágala, sobre todo, porque han sido quienes las han originado los que ahora pretenden hacer creer a la ciudadanía que van a resolver lo que nunca debieron causar. Pero en democracia, todos, y especialmente, algunos de los que han hecho posible esta situación con su voto masivo al partido del actual Consell, pueden ahora reflexionar y reconsiderar si se han equivocado, y en su caso, poner su granito de arena para la toma de las iniciativas que exige la nueva situación de agravio y ataque inmisericorde al actual mini estado del bienestar.

Jesús León es abogado y ex diputado provincial de EUPV