En pleno mes de enero resulta raro referirse al verano del pasado año. Pero viene a cuento del título de este comentario. Tras un mes de junio caluroso, pero no tórrido, el mes de julio nos sorprendió con unas temperaturas "frescas" para un mes de estío. Los comentarios en la calle hacían mención a la ausencia de "verano". Parecía que el calor no quería llegar. Las temperaturas nocturnas resultaron realmente agradables. El aire acondicionado no era necesario por las noches. Se podía dormir, vamos. Las estadísticas hablaban del mes de julio más fresco de los últimos lustros. Si el resto del año hubiese seguido por esa línea, "se acabó el cambio climático", al menos en 2011. Pero la realidad es obstinada. Acaba de hacerse público el informe climático del pasado año que se puede consultar en la página web de la Agencia Estatal de Meteorología. Y como ya se había adelantado hacía unas semanas, el año pasado fue el más cálido en España desde 1961. Los datos así lo han avalado. En el informe se hace un recorrido detallado por los rasgos climáticos del año 2011. Se nos había olvidado el calor "anómalo" que tuvimos en abril o el verano prolongado de la segunda quincena de septiembre y los primeros días de octubre. Pero claro un año los calificamos de cálido si el verano es caluroso y de frío si así resulta su invierno. Como julio y las primeras semanas de agosto no fueron muy calurosas habíamos sentenciado que el pasado año fue térmicamente normal. Pero no. En su conjunto fue cálido, o mejor dicho, muy cálido. Las sensaciones no siempre se corresponden con la realidad. En materia climática esto sucede con bastante frecuencia. Pero afortunadamente disponemos de datos que permiten el estudio científico de esta disciplina.

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