Al soplar las velas del décimo aniversario del euro nos contaron que, desde 2000, el coste de la vida subió en España un 31,6% y el salario un 14%. Aunque nadie recuerda una edad de oro de los asalariados españoles, esa pérdida de poder adquisitivo no nos hizo suficientemente competitivos en las producciones donde nos movemos mejor: las basadas en la mano de obra barata, ajenas a la innovación y a la alta preparación de los jóvenes.

Los empresarios españoles saben competir en pagar poco a los empleados, en España y donde sea. Vean el calzado y el textil, de donde salen fortunas. Hace años, empresarios españoles trabajaban en España para Italia pero, como su especialidad era pagar poco, se fueron a China a encontrar salarios bajos. España dejó de ser la China de Italia, China fue la China de España y, cuando dejó de serlo, saltaron a Vietnam, que era la China de China. Ahora Vietnam está dejando de ser tan atractivo porque suben los sueldos.

Aunque una de estas empresas españolas vende calzado en Vietnam, para fabricar zapatos hay que ir a países donde la gente aún va descalza. Por eso otras empresas están pensando ya en irse a otro lado. Como apenas invierten, se mudan con facilidad en busca de tiempo y sudor más baratos: Camboya, la antigua Birmania, Indonesia. En cuanto mejoren algunas infraestructuras, estarán India, África...

El mundo es grande... y redondo lo que hace que algunas empresas consideran que España puede volver a ser competitiva..

Con cinco millones de parados —y los que se sumen este año cuando cierren los 450 organismos autónomos, fundaciones y empresas públicas— y la reforma laboral en camino, estamos incubando el mayor contingente de mano de obra barata de Occidente que bien sabrán explotar los empresarios españoles y todos los que sigan basando su competitividad en los bajos salarios.