Está la Generalitat inmersa en un proceso de venta de inmuebles sobrantes o prescindibles, y a punto de entrar en el espectáculo a lo Cospedal de la subasta pública de coches oficiales blindados cuando salta la liebre. Alguien ha comprado un edificio en Ciutat Vella, muy cerca de la Generalitat, al lado mismo de la plaza de la Virgen. «¡Alguien ha comprado un inmueble!», se vocean entre sí los agentes de la propiedad inmobiliaria, emocionados. «Sí, sí, junto a eso de Calatrava», comenta un enterado. Pero parece que la Generalitat no ha tenido suerte. Su bola no ha salido en la rifa y sus inmuebles tendrán que seguir esperando. El agraciado es el dueño de Batlía, 1, que un día albergó la Agencia de Medio Ambiente. Y el potentado, el Estado español, en forma de Centro Superior de Investigaciones Científicas, que ha elegido ese inmueble como futura Casa de la Ciencia. Dos reflexiones: 1) Podían haber hablado Gobierno y Consell. 2) ¿No estaba la ciencia despidiendo gente?