A veces la vida nos exige un poco de perspectiva para analizar los hechos y valorarlos en su justa medida y así, la pérdida de un puesto de trabajo que se nos antojó irreparable se muestra como la oportunidad que abrió nuevos horizontes en nuestra vida y los mismo ocurre con el abandono de un amante o de un esposo que, si entonces llegó a desesperarnos, hoy nos produce un gran alivio y damos mil gracias por cómo ocurrieron los hechos.

Lo anterior viene a cuento de que no debemos hacer balances apresurados ni extenderlos en un periodo demasiado breve. El tiempo es lo que permite dotar de perspectiva a los hechos y las actitudes y valorar con justicia los resultados de una gestión o una inversión financiera.

No voy a negar que Rodríguez Zapatero no es santo de mi devoción, pero creo que en un futuro próximo podemos llegar a echarlo de menos y agradecer que revalorizara el salario mínimo interprofesional, que garantizase la época de mayor calidad y profesionalidad de los medios públicos de información, o que dignificase las relaciones homosexuales establecidas con madurez y responsabilidad y hasta que hiciera algún esfuerzo por recuperar la memoria histórica de este país y rehabilitase a las víctimas de la guerra civil. Pero ya llegará su momento, como también será preciso poner en perspectiva las razones de que una de las últimas acciones de su gobierno fuera indultar a un consejero de banco condenado por la justicia.

Por otra parte, tres años de crisis galopante ya parecen un tiempo prudencial para empezar a valorar los esfuerzos realizados por el FMI, el Banco Mundial, la UE y nuestros gobiernos nacionales y autonómicos y ¿no les parece a ustedes que sólo a golpe de talonario para con los bancos y a fuerza de no gastar ni en los imprescindible es difícil que se produzca una recuperación económica? En el momento actual se produce una disociación absoluta entre la forma como pretende atajar la crisis Europa y en cómo lo quiere hacer EE UU, y por una vez creo que nuestros amigos americanos tienen una mejor percepción de los hechos, pues mientras la vieja Europa se encuentra paralizada por el importe de la deuda externa y sólo ve en la contención del gasto la llave del futuro , con la excepción de algún guiño electoral de última hora del señor Sarkozy, el presidente Obama cree en la capacidad de las inversiones públicas para mover la economía y generar oportunidades de negocio.

La verdad, como siempre, opino que se encuentra en mezclar ambas recetas y ahorrar en lo prescindible para aumentar la inversión en investigación, desarrollo e innovación así como en infraestructuras que potencien la productividad y competitividad de las economías nacionales. No creo que haya ninguna posibilidad de reactivar la maltrecha economía europea sin inversiones productivas y sin hacer lo que en un primer momento se dijo de reinventar el capitalismo con nuevas fórmulas que pusieran límites a la especulación y si no, ¡al tiempo!