Cuando alguien afirma que los sindicatos están en el siglo XIX, debería añadir en relación a qué o quién. ¿A los partidos políticos, por ejemplo? ¿Al aparato de justicia presidido por el señor Divar? ¿Tal vez en relación a la Iglesia? ¿Acaso a las organizaciones empresariales? ¿A la universidad? ¿A la escuela pública y privada? ¿A Álvarez Cascos? ¿A Rajoy? ¿A José María Aznar? ¿A Dolores de Cospedal? ¿A José Bono? Hay que atreverse a terminar la comparación, no se puede quedar uno a medias. Quizá los sindicatos se hayan quedado un poco viejos, no decimos que no, pero escuchar eso de alguien que se pone mantilla negra y collar de perlas cultivadas para la procesión del Corpus resulta un poco fuerte. De ahí la importancia de rematar la reflexión, porque los empresarios, sin ir más lejos, han tenido de capo (nunca mejor dicho) hasta hace cuatro días a Díaz Ferran, sobre el que no es preciso extenderse. Y Montoro, por mencionar a un político, luce en la nuca unos caracolillos ideológicos que tampoco parecen de vanguardia.

De momento, aquí el único que se ha mojado ha sido Juan Roig, el dueño de Mercadona, al proclamar que estamos muy atrasados en relación a los chinos. Por fin alguien se atreve a poner un modelo. Ustedes están atrasados porque no se parecen a los chinos, con su tráfico de órganos para trasplantes, su liberalismo económico y su dictadura social. Ustedes están atrasados porque no se atreven regentar un establecimiento sin higiene donde debajo del mostrador duerme una familia entera que hace sus necesidades donde puede. Bien, ya podemos empezar a entendernos, por fin sabemos en relación a quién somos antiguos: a los chinos, que permanecen quince horas, siete días a la semana, al pie del cañón.

Por eso mismo, la reforma laboral, para Juan Roig, se ha quedado corta. Donde haya un sótano de diez metros cuadrados con quince o veinte chinos cortando pantalones vaqueros, que se quite el modelo occidental. Podremos o no estar de acuerdo con el presidente de Mercadona, pero al menos tiene las ideas claras y además se atreve a exponerlas. Los sindicatos están en el siglo XIX en relación los chinos, que atraviesan una suerte de medievo laboral francamente envidiable. Fantástico.