Aunque las líneas que siguen tienen como objeto debatir lo propuesto por el Consell el pasado viernes sobre la futura financiación sanitaria de la Generalidad Valenciana (GV) el trasfondo estuvo en lo decidido este mismo día, el llamado 'Planifica GVA' que propone al Consejo de Política Fiscal y Financiera de los próximos 8 y 9 de Mayo 1.223 millones de euros de ahorro por recortes y 1.036 millones por ingreso (en total 2.260 millones de euros para 2012). Será entonces cuando la GV, en el ojo del huracán, defienda sus planes ante el Gobierno y el resto de las autonomías. El Estado deberá entonces dar luz verde al pago de proveedores o plantear una intervención de las cuentas en toda regla.

Tras analizar y debatir con personas bien informadas lo que se sabe del nuevo plan de colaboración público-privada en los servicios sanitarios, responsabilidad de la GV, tengo una desagradable sensación que, con todas las reservas (perdón por la petulancia) no me atrevo a ocultar. Siendo muy grave y preocupante la actual y futura situación de las finanzas sanitarias de la GV, no lo es menos la aparente sensación de estar superados que da el equipo de políticos y técnicos que han generado el nuevo modelo. Siendo desgraciadamente cierto que las finanzas de la GV han colapsado, ello no justifica la falta de claridad y competencia intelectual mostrada hasta ahora para decir la verdad a los valencianos y para hacer frente a la crisis. Uno teme que ello no es achacable a los socorridos «fallos a la hora de comunicar» sino a una alarmante falta de ideas, un requisito imprescindible para nuestra convivencia democrática en la crisis que sufrimos. Dos constataciones adicionales al respecto:

1) Sin querer igualar la dificultad de gestionar servicios públicos tan distintos como son la sanidad y la educación, llama la atención, con independencia de la opinión que a cada uno le merezca su contenido, la claridad de las medidas del ministro Wert y su correspondiente plasmación en las normativas de las distintas Comunidades Autónomas. En los recortes de educación han sido suficientes unos escasos folios para que cada docente y discente sepa a qué atenerse en el curso que empezará el próximo septiembre. El debate, con todas las legítimas protestas que le acompañarán, está claramente planteado. Se sabe lo que financiera y laboralmente ello puede significar, cosa que va a ser objeto de grandes discusiones, pero en ningún caso va a haber especulaciones acerca de lo que se ha decidido, en términos de deberes y derechos de unos y otros. Desgraciadamente en el campo de lo sanitario lo decidido es oscuro, cuando no contradictorio.

2) En la CV la retórica lindante con la ignorancia está siendo una constante: a) el modelo sanitario que el vicepresidente Ciscar calificó como ´sueco´ no tiene nada que ver, en absoluto, con el vigente en el país escandinavo, por prestigiosas que suenen las referencias suecas a la hora de hablar de servicios públicos. Aquí lo único que huele al Báltico es haber originado una de las compañías candidatas a colaborar en el proceso de privatización iniciado el viernes en la CV. Por su parte, el presidente Fabra no parece abandonar aquel tremendo estigma de «comunidad líder». En un acto de imprudencia, sólo explicable en momentos de ofuscación, ha dicho en Madrid con la GV a punto de ser intervenida: «En la CV queremos ser la referencia de esa nueva administración».¿Merecemos los valencianos, votantes o no del PP, ser objeto del experimento de este cambio de sistema sanitario? Con el mayor respeto, oír este tipo de cosas, con la que aquí está cayendo, induce a preguntarse si ello lo genera la incompetencia, la ignorancia, la simple falta de respeto a la verdad o una mortífera mezcla de este tipo de atributos de la especie humana. En cualquier caso, evitemos descalificaciones pues el debate debe seguir, aunque ni siquiera Fabra lo discuta con la oposición sentada en Les Corts.

Volviendo a lo propuesto por la GV, esto es lo que más o menos se plantea: En la GV pensamos que la gestión privada mejora la eficiencia rebajando gastos en lo que es apoyo a la actividad sanitaria (limpieza, lavandería, cocinas, logística, etc.) y en la gestión de ciertas pruebas y tratamientos (oxigenoterapia, resonancias, etc.) unámoslo todo, aprovechando la coyuntura de los nuevos copagos introducidos por el Gobierno (prótesis, transporte sanitario no urgente, etc.) y cedamos la explotación en bloque a las empresas privadas.

Mas allá de lo que uno piense, la pregunta que sigue es: ¿Se generaliza el modelo Alzira? La respuesta sólo puede ser negativa ya que hablamos de hospitales y ambulatorios propiedad de la GV y de personal sanitario estatutario o funcionario. En el caso Alzira, la empresa privada tiene hospitales, genera tanto lo no sanitario como lo sanitario y la GV paga una cantidad anual por ciudadano. Ideologías aparte, el sistema se entiende, pero ahora surge un planteamiento más sorprendente. Alguien va a gestionar y utilizar instalaciones y personal de la GV por lo que obviamente va a pagar un canon y como el sistema va a ser más eficiente que el anterior, la GV reducirá su factura sanitaria por dos vías, el canon y el ahorro. En resumen: La GV «recibe un ´alquiler´ (la expresión ya la usó el sábado el conseller del ramo) por sus instalaciones y personal, la empresa privada da servicio a los ciudadanos que tienen derecho a ella a unos costes que en hipótesis se supone serán menores que los actuales, con lo que se dará un ejercicio de facturación cruzada con la GV. En otras palabras, se parte de la base de que la iniciativa privada, tras pagar un canon por instalaciones y personal, va a dar un servicio que será facturado a su vez a la GV y ésta ahorrará dinero con esta gestión privada y todo ello a pesar del beneficio al que legítimamente tiene derecho toda empresa.

La cuestión que nadie contesta de una forma coherente es cómo van a conseguir beneficios estas empresas para afrontar tanto el canon que van a pagar como manteniendo los servicios de los ciudadanos. Obviamente cualquier respuesta pasa por abrir sus instalaciones a una forma de pago por parte del enfermo que pueda. Quizás no sea criticable, pero es inexcusable que se oculte.

Aunque uno esté angustiado por la crisis, o le preocupen las condiciones en las que los valencianos vayamos a enfermar y morir, no se puede seguir debatiendo sin tratar de entender dónde está el ´quid´ de la cuestión. Una de dos: O la actual gestión de la sanidad pública es absolutamente impresentable (hasta el punto de que pueden darse lo mismos servidos con beneficios legítimos para el concesionario), o el nuevo modelo va a suponer la aparición de dos sanidades (la gratuita y la de pago más o menos diluida) en los actuales ambulatorios y hospitales que hemos pagado entre todos. En ambos casos el balance que presenta la solvencia de los gestores sanitarios, sean políticos o técnicos, es alarmante. Si están superados, que lo expliquen con urgencia. Estamos en una situación en la que sin reacción consensuada las cosas sólo pueden empeorar.