El monje de la abadía catalana de Monserrat, Josep Miquel Bausset, hace un alambicado artículo en la edición del 23 de Julio en LEVANTE EMV bajo el título "Pompeu Fabra i el valencianisme de la República" para intentar probar las concomitancias entre el catalanismo fabrista y el valencianismo de Lluis Fullana y Xavier Casp de allá por los años 30 y 40 "per més que li moleste al Sr. Garcia".

Después del debate con el geminado Sal.lus Herrero sobre la falta de autoridad sobre las lenguas de quienes carecen de la titulación de filología y que acabó poniendo patas arriba la credibilidad de los "padres" del nacionalismo catalanista moderno, el ingeniero Pompeu Fabra y el periodista Prat de la Riba, ahora el monje Bausset pretende confundir la caridad cristiana del eminente sacerdote y filólogo valenciano, Lluis Fullana, y la educada vanidad del poeta Xavier Casp, con las paranoias nacionalistas del alquimista que hizo una normativa para sacar de la postración histórica a una lengua, la catalana, que nunca tuvo una literatura ni mínimamente comparable a la valenciana.

Lo que hace el monje de Monserrat en su artículo no es otra cosa que intentar confundir al personal con la firma "a título provisional" que el filólogo valenciano LLuis Fullana estampó en la primera versión de las normas del 32 como un primer intento de codificar la lengua valenciana moderna. Cuando advirtió de que las citadas "Normas del 32" o "de Castellón" se trataban de un montaje del nacionalismo catalanista, un año después, en 1933, el Padre Lluis Fullana reeditó sus normas de ortografía valenciana que diferían ostensiblemente de las de Castellón. Pero la seguridad valencianista del académico valenciano no era ni romántica ni malintencionada como el catalanismo de Fabra, sino que era expresión de una clara convicción intelectual de la que nos dejó innumerables testimonios. Uno de ellos, en su propio discurso de toma de posesión del sillón correspondiente a la "lengua Valenciana" en la Real Academia Española de la Lengua el 11 de noviembre de 1928.

En 1918 en unos artículos publicados en el Diario de Valencia titulados "Per la llengua valenciana", concretamente el 19 de agosto de este año, Fullana sostiene taxativamente que "el valencià no es una derivacio del catala sino una llengua que es forma, creix i evoluciona al mateix temps que el catalá". Dos años antes, en 1916, Fullana escribía que "la lengua tiene vida propia independiente, literatura propia y puede formar su historia de evolución morfológica donde se emancipa de su madre. El dialecto no puede tener vida independiente, ni mucho menos literatura propia; por lo tanto, reíros de aquellos que sostienen que el valenciano es un puro dialecto; esos no han leído nuestros clásicos de los siglos XIV, XV, XV, i XVII".

Y con Xavier Casp pasó lo mismo. Es cierto que el poeta valenciano tuvo escarceos con el catalanismo en sus años mozos, pero no fue para nada significativo en su larga carrera literaria, como tampoco lo fue, pese a las gravísimas consecuencias, su participación decisiva en la creación y legitimación de la siniestra Academia Valenciana de la Lengua de la que tuvo que huir despavorido cuando se dio cuenta del engaño. Le paso lo que a Fullana, pero para entonces la enormidad política ya estaba consumada.