A Vicente Lluesma, uno más.

El fascismo chileno, mató, cruelmente, tras cortarle los dedos con los que pulsaba las cuerdas de su guitarra, hace ya casi 40 años, 1973, al cantautor Victor Jara, quien poco antes de su muerte, conmocionado ante los acontecimientos que se sucedían, compuso el corrido, Juan sin Tierra, que, desde entonces, en tierras y tiempos lejanos, lo que supone puede pasar por desconocido, para algunos, y olvidado, por otros, puede estar, nuevamente, de actualidad. Una de las estrofas dice así: «Mi padre fue peón de hacienda, yo fui revolucionario; mis hijos plantaron tienda, y mis nietos son funcionarios». No añadió aquí más, ni sabemos pues ahora, cómo seguiría el corrido. Qué nos espera mañana, tras haber transcurrido los años en los que, sin la revolución - nuestra transición - los hijos se acomodaron, fueron a trabajar por cuenta propia, y, los nietos, a hacerlo para el Estado. No sabemos si nuestra economía será suficientemente productiva para resistir los embates de la globalización y para vivir gastando indefinidamente más, trabajando, a ser posible, cada vez menos.

Continúa el corrido diciendo, en una siguiente estrofa: «Gritó Emiliano Zapata, ¡quiero tierra y libertad! y el Gobierno se reía, cuando lo iban a enterrar». Clama hoy el pueblo, en plazas y valles, desde lo profundo de las minas a lo alto de las montañas, exigiendo más democracia e igualdad en el trato social, en justicia, educación y sanidad. Y los políticos, que tienen la responsabilidad, giran la cara con absoluta frialdad y falsa sonrisa. Qué colectivos sociales pueden ser hoy los beneficiarios de la actual situación y cuáles otros no. Qué países pueden permitirse seguir así y a costa de cuáles otros. Cuánto durará la actual situación, que, se trata, ficticiamente, de mantener, a nivel local y global, mediante las ayudas del Estado y del orden internacional, mientras se observa, aún con las pocas luces que se encienden, que la actual situación no puede durar, pues ya ha comenzado a cambiar.

Europa ya no es el centro que figura en los tradicionales mapamundi de nuestra infancia. Acaso podemos verla situada en una esquina u otra del mapa, a la izquierda o a la derecha, del centro asiático o americano, que hoy figuran en el lugar principal. Para España, los cambios se fueron sucediendo vertiginosamente tras la entrada en las Comunidades Europeas que le permitió durante años, tras aquellos transcurridos durante el periodo transitorio 1986/92, disfrutar de unos fondos europeos, estructurales y de cohesión, que venían a representar aproximadamente el 1 por 100 de nuestro producto interior bruto. Así, la reunificación alemana en 1990, supuso la alteración de la geopolítica europea, al contemplar otra realidad geográfica y social, y otras necesidades de los nuevos países miembros, procedentes del este de Europa en el mercado comunitario. Igualmente, la geopolítica mundial se vería seriamente alterada con el desarrollo de los países emergentes, y la firma con ellos de los acuerdos de libre comercio por parte de la Unión Europea, que acentuó el cambio global.

Qué viene ahora, dónde trabajarán nuestros hijos, que actividades prevalecerán, que será de nuestro mundo actual. Todo está por conocer y por supuesto por investigar. Lástima que voces poderosas, que en el pasado orientaron nuestro futuro, fueran acalladas, tiempo ha. Hoy sólo reina un gran silencio, pero, como dijera el poeta, José Hierro: «Y, de pronto, se oye el silencio». Es la voz de los indignados, pienso.