Una de cada cuatro farmacias de la ciudad de Valencia ha decidido cerrar en agosto ante la delicada situación financiera que padecen. En la provincias de Valencia sumarían unas trescientas. La asfixia económica por los impagos del Consell hace que no posean ya capacidad de endeudamiento. Para no ver incrementadas sus deudas y ahorrar en gastos, muchas boticas se han visto abocadas a abandonar sus servicios este verano. El Colegio de Farmacéuticos de Valencia confía en que se les abone 116 millones de euros para cubrir la facturación de última hora. La Generalitat, que está negociando para que los bancos le den liquidez, debe a las farmacias unos 600 millones de euros. El presidente Fabra prometió que los farmacéuticos cobrarían según el calendario previsto: estos días se ha de pagar un mes y medio de factura y en los próximos meses, la misma cantidad, a fin de regular los pagos y reducir la deuda con las farmacias. El jefe del Consell espera que este mismo año la Generalitat pueda ponerse al corriente, tras pedir el fondo de rescate al Gobierno, dado que los bancos son remisos a conceder créditos a las autonomías y el ejecutivo tiene serias dificultades para captar financiación. Con una deuda media por despacho de 60.000 euros, los boticarios valencianos cobraron julio gracias a un crédito entre su Colegio y el Banco de Valencia (y la CAM en Alicante) y esta semana han recibido 40 millones. Sin embargo, el sector se ha negado a adelantar la factura de agosto. Con los mercados cerrados para las autonomías y los bancos sin conceder financiación, la situación es crítica.