La apuesta del Gobierno central por crear en torno al puerto de Barcelona un gran polo logístico europeo no pareció inquietar ayer ni a la Generalitat ni a los responsables del puerto de Valencia. Por el contrario, disparó las alarmas entre los empresarios y el PSPV. Frente a las continuas reivindicaciones y acusaciones de marginación habituales durante el Gobierno de Zapatero, vuelve a llamar la atención la nula beligerancia mostrada por los responsables autonómicos frente a otra decisión del Ejecutivo de Rajoy que puede suponer un nuevo riesgo para el desarrollo económico de la Comunitat Valenciana. Y destaca sobremanera que desde la Autoridad Portuaria valenciana se alegue que ambos enclaves ofrecen servicios distintos porque Valencia conecta con el interior de España y Barcelona con el centro de Europa. Como si ambos destinos fuesen equiparables en importancia y cuando precisamente la gran batalla que viene librando el puerto valenciano desde hace años es la conexión con Europa mediante un corredor mediterráneo cuyo desarrollo se ha visto también comprometido con su sustitución por un «tercer carril». Puede ser cierto, como argüye el secretario autonómico de Infraestructuras, que «hoy por hoy le llevamos mucha ventaja» a Barcelona, pero la Generalitat debe velar por mantener esa ventaja y no ceder terreno. Y no es cuestión de no tener miedo a la libre competencia, sino de que todos los agentes puedan operar en igualdad de condiciones sin que el Gobierno conceda más ventajas a uno que a otro.