La última encuesta del CIS evidencia la polarización política de la sociedad española con un mayor apoyo hacia los extremos, en concreto hacia la derecha radical gracias a la fuga de votos del PP. Muchos de sus votantes mudan rápidamente la piel que les había cobijado en los últimos 25 años, al igual que pasó en Francia con la ultra Marine le Pen y el gran derrotado derechista Sarkozy compitiendo ambos por un mismo electorado.

En Francia, la campaña recogió los frutos del incansable trabajo del Frente Nacional en las zonas obreras más deprimidas del país, explotando las pasiones populistas y coincidiendo con la elevada cifra récord de abstención del 44%. En el caso español, parece que también alcanzamos, de la mano del CIS, el número más alto en la historia de nuestra democracia de quienes no se sienten identificados con ningún partido político: el 40% resultan ser obreros no cualificados seguidos de los cualificados, que juntos suman más de las 4/5 partes de ese porcentaje. Es decir, existe el mayor nicho electoral para captar votantes con una nueva ideología que no esté instalada en los actuales partidos parlamentarios, principalmente PSOE y PP; el mismo contexto que Le Pen aprovechó para modernizar y construir un discurso xenófobo con el que cautivó a casi una cuarta parte de la sociedad francesa.

Con la actual crisis, el votante cambia rápidamente €en España sin ir más lejos desde el 20N tal como nos lo muestra el CIS€ y sus percepciones adquieren nuevas dimensiones para el liderazgo €ni Rajoy ni Rubalcaba€ en época de descontento donde se castiga a las formaciones mayoritarias. Una batalla por las ideas planteada con partidos transnacionales de la derecha radical como España 2000, cuya central se ubica en Valencia pero que se ha extendido por Madrid, Andalucía y Aragón con sus clubes sociales, actividades de ocio y mercadotecnia que se difunde rápidamente por internet.

Es cierto que la vuelta a los extremos crece entre la población española, como muestra el asalto a dos supermercados en Andalucía de la mano de un diputado de IU, que tenía la responsabilidad de condenarlas y no lo ha hecho dando pie a una provocación que alimenta al extremo contrario asustado por las consecuencias y que, hoy por hoy, su opción de siempre, el PP, no le garantiza la seguridad esperada. Una polarización que refleja el CIS y que retroaliomenta a la derecha neofascista y a la izquierda neoestalinista. Una pinza que atrapa a un centro que disputan a ciegas PSOE y PP, este último atrapado en un discurso contrario a la derecha europea como son sus medidas antinmigración al gusto de esa derecha radical.

¿Y qué sucede en la Comunitat Valenciana? Algunos desde el mismo PP tratan de avivar el cadáver de España 2000, incluso cuando permanecía en coma; quizás para su vigilancia o por sus presuntas complicidades económicas, deportivas y de asuntos carnales que han ocupado reportajes nacionales. La última razón puede ser el pretender anclarlo a su electorado actual, pero el CIS muestra que los del PP se fugan hacia el peligroso extremo que han cobijado en su madriguera. Y la pregunta es: ¿tan torpe es el PP de por aquí? O lo que es lo mismo: ¿se independizará el lobo, o lo enterrarán? De ello depende que el PP de por aquí mantenga la mayoría para gobernar en 2015: al tiempo.