Aparte de sus muchos errores, España es víctima de la moda. La cosa comenzó en 1992, en el V Centenario, cuando la Expo y las Olimpiadas nos pusieron de moda. Luego vino una crisis, pero pronto empezó el boom de la construcción, y la mitad del empleo de Europa se creaba en España. Estábamos tan de moda que todo el dinero del mundo buscaba un sitio aquí y no había multinacional que no se plantara en Madrid o Barcelona. Con la crisis y el crash de la construcción, España vuelve a estar de moda, pero para mal. El capital se marcha, las ejecutivas de las multinacionales hacen méritos yéndose y hasta Mitt Romney dice que, si él gana, a EE UU no le pasará lo que a España. O somos los mejores o somos los peores, no hay modo de ser normales. Lo malo de las modas es que no se puede dar uno de baja. Nos pasa lo que a un famoso caído en desgracia, acosado por paparazzi y gente que husmea en su basura.