La regularidad térmica del área circumecuatorial es ante todo a nivel de medias mensuales. Cualquiera de los pisos de térmicos en Colombia se caracteriza por variar apenas un grado en dichos promedios, desde la Tierra Caliente de las orillas del Caribe de ensueño y del agitado Pacífico, a la Tierra Helada de los picos andinos, pasando por la Tierra Templada y la Tierra Fría, de los valles y altiplanos montañosos. Cuatro pisos, cuatro estaciones. Pero el día a día presenta una mayor variación. El sol manda. En torno al Ecuador, el astro rey siempre está las mismas horas en el cielo, con la única variación que sobre su brillo imponen las nubes al tapiar sus rayos y determinar sus totales pluviométricos. Por eso, la amplitud térmica anual en ningún caso supera los cinco grados entre el mes más frío y el mes más cálido. Obviamente, la mayor oscilación solar acontece entre el día y la noche y, con ella, la máxima amplitud térmica: la diferencia entre las máximas diurnas y las mínimas nocturnas se eleva hasta los 15 grados y suele ser mayor en los climas menos húmedos, donde se pierde el efecto suavizador del vapor atmosférico. En cuanto a las lluvias, Colombia refleja un claro contraste entre observatorios con menos de 80 días de lluvia anuales, que corresponden a la Guajira desértica y a otros puntos de la costa caribeña, como las turísticas Cartagena y Santa Marta. Calor y ausencia de lluvias favorecen la afluencia de visitantes a sus playas y tesoros naturales y culturales, pero la estación turística no es el verano, que recibe el incremento de lluvias de la convergencia intertropical. Aquí, la temporada alta se da entre diciembre y marzo, que pueden garantizar una ausencia total de lluvias. Con la temperatura muy fija, las lluvias marcan el ritmo.