Hay infinidad de instituciones que existen, casi tantas como las que no existen, entre las que existen se encuentran los observatorios. Usted se inventa para una novela el Observatorio de precios y sin quererlo le sale una novela realista, porque resulta que existe. ¿A qué se dedica? Pues a eso, a observar los precios, que es lo que hacemos, por cierto, la mitad de la población. -Ha vuelto a subir la gasolina €dice el hijo mayor entrando en casa y quitándose la corbata como el que se deshace de la horca. Todos sabemos que ha subido la gasolina, el problema es que no lo sabemos de manera científica. De ahí la existencia del Observatorio de precios, que en lugar de hablar de subidas, que es una vulgaridad, hablará de los incrementos proporcionales de los combustibles fósiles, es un decir, porque las instituciones tienen más imaginación que nosotros para nombrar las cosas feas. Las instituciones, por ejemplo, no se cagan en diez cuando cogen la manguera de la gasolina y ven que se pone en marcha el aparatito de los litros y los euros en el que siempre ganan los euros. No existe, en cambio, un Observatorio del miedo. Pero miedo hay, y mucho. Si el fuego está acabando este verano con los bosques, el miedo está arrasando las conciencias. Las malas condiciones climáticas favorecen su difusión, etcétera. El Gobierno va a intentar controlarlo con los 400 euros famosos destinados al paro de larga duración, pero va a llegar tarde, que es lo que siempre pasa en los incendios, que hasta Marruecos tiene que ofrecernos un hidroavión porque con los nuestros no alcanzamos. Entre las instituciones que existen está también la Agencia Española del Medicamento, que sirve más o menos para lo que usted supone. Esta agencia ha instado a una marca de cosméticos a cambiar su fórmula, pese a que la actual no hacía daño. Si no hacía daño, ¿qué pasa? No lo sabemos, pero el caso es que no hacía daño y eso, en los tiempos que corren, produce extrañeza. La misma Mercadona, que distribuía estas cremas y que no está obligada a retirarlas, ha dejado de venderlas. ¿Dónde está, pues, la noticia? En el conjunto de contradicciones que acaban ustedes de advertir desde el Observatorio de la extrañeza que hay en cada uno de nosotros.