El presidente del Bundesbank ha dicho que comprar deuda (de países periféricos) crea adicción. Estoy muy de acuerdo. Cualquier cosa que nos recompense crea adicción, pues «todo placer quiere eternidad» (Nietzsche, Zarathustra). Por ejemplo, Alemania puede estar haciéndose adicta a la crisis. Cada euro de más que paga por la prima de riesgo un «periférico» (como España) es uno de menos que paga Alemania, que se lucra con esa desconfianza y coloca su deuda (grande) a coste 0. No he visto entre los análisis esta simple operación: una columna con el coste para un país (por ejemplo España) y otro con el beneficio correlativo para Alemania. El buen empresario sabe que contando los céntimos los euros se cuentan solos. Si el estado de cosas beneficia, algo pesará a la hora de remolonear para cambiarlo. Día que pasa, céntimo al bote. Una adicción, como el chute de sal para el comedor de pipas.