No sé si es una serpiente de verano, un error de táctica o, sencillamente, manía hacia el Opus Dei, pero llevamos un verano en el que varios miembros de la oposición política se han dedicado a convertir a esta Prelatura de la Iglesia Católica en diana para sus flechas. Las serpientes de verano suelen crearlas más bien los gobiernos, por lo que resulta extraño verlas fabricadas por la oposición. Puede ser una mala táctica porque piensan que atizando al Opus Dei pegarán al gobierno. Craso error. Puede ser una manía y son muy dueños de tener las que quieran, pero ya cansan.

Comenzó Tomás Gómez pidiendo una ley que inhabilitase a los miembros de la prelatura para ocupar cargos públicos, luego montaron el circo con la posibilidad de que Andrés Ollero redactara el dictamen sobre la ley del aborto en el Tribunal Constitucional, y ahora los colegios, con la manía de que segregan. Si el Tribunal Supremo falla así, pues muy bien, pero habrá que ver si es constitucional el artículo de la ley que ampara esa sentencia. De paso, alguno ha vuelto a lo del elitismo, cuando precisamente uno de los colegios afectados es Altair, situado en una barriada marginal de Sevilla, contra el que ya lucharon colocándole „eso sí que es despilfarro„ un centro estatal enfrente. Y unas Escuelas Agrarias. Sabemos que un alumno cuesta el doble en un centro público que en uno concertado. Resulta que los que segregan son ellos, tratando de hacer ciudadanos de segunda a quienes tienen todos sus derechos plenos. En primer lugar, los padres de los alumnos. ¿Dónde está la ética?

Además de la ristra de errores, juegan a maltratar a una institución de la Iglesia que solamente intenta servir a los ciudadanos. Es triste juego el hacer de felón, con orquesta facilona; o una broma de mal gusto, pero ya va siendo hora de que los señores insultadores se dediquen a arreglar el país, que tiene problemas más importantes que éstos, porque el problema del Opus Dei no existe para la política. ¿Acaso no son libres y responsables de sus actos los miembros de esta institución? Achacar a la Prelatura cualquier cosa que realicen ellos es no entender la libertad y, lo que es peor, no saber vivirla, ignorar qué es un país democrático y libre. En el fondo es un sainete malo.