El gran mérito de los responsables de Wikileaks es haber hecho públicas las barrabasadas que los gobiernos cometen y nos quieren ocultar. Destaca, naturalmente, la guerra sucia del gobierno de los Estados Unidos que no ha cesado, entre otras cosas, de secuestrar ciudadanos y llevarlos a sitios donde poder torturarlos, eso sí, con la complicidad de tantos otros gobiernos como el español..Varios embajadores americanos en Madrid presionaron al gobierno y a miembros del poder judicial para que no se diera trámite al proceso sobre la muerte de José Couso, asesinado en Bagdad por soldados americanos. Y lo curioso es que Wikileaks asevera que ministros tan importantes como Moratinos y Fernández de la Vega y algunos fiscales les prometieron su apoyo para ello, algo que no se entiende por cuanto el gobierno americano es precisamente parte acusada en el proceso. Algo parecido ocurrió con el expediente sobre Guantánamo y los vuelos de la CIA con prisioneros que tomaron tierra en España. Estamos en presencia de un sometimiento, nada especial por otra parte, de gobiernos aliados de Estados Unidos. Por ello Estados Unidos se enfurece y ataca a los reveladores de secretos. Al soldado Manning lo tienen en confinamiento desde hace más de un año sin permitir que se le haga un juicio. Y con Julián Assange las cosas son más tortuosas. Se le acusa de haber cometido delitos sexuales en Suecia aunque éstos no se han sustanciado ni probado. Assange desea presentarse a los tribunales suecos pero él, y otros, temen que la extradición a Suecia sea un trámite para reenviarlo a Estados Unidos donde le esperaría presumiblemente la pena de muerte o un «accidente mortal». Es la manera que tiene el imperio americano de avisar que no tolerará que nadie pueda vulnerar la opacidad con que actúa y en la que colaboran Inglaterra y hasta Suecia, que parecía un dechado de virtudes democráticas. Por el contrario Ecuador ha dado asilo político a Assange y los países latinoamericanos lo apoyan unánimemente. Es otro descalabro imperial, que los países obedientes y sometidos del pasado planten cara a los imperios coloniales.

Se están jugando temas importantes de las relaciones internacionales, de la protección de los derechos humanos y los poderes fácticos, los económicos además de los políticos, no quieren renunciar a la opacidad y se niegan a esa transparencia que debe acompañar al régimen democrático. Todos alaban la teoría pero la vulneran en la práctica como atestiguan las revelaciones de Wikileaks y la de tantas otras prácticas tortuosas de empresas multinacionales que se denuncian sin que sean castigadas. Y ha habido periodistas que han pagado con sus vidas el intento de hacer la luz sobre ellas.

El asunto Wikileaks ha puesto de relieve que los ciudadanos debemos tomarnos más en serio el control de los poderes y no resignarnos a que los cosas sigan igual, llamando democracias a los que no son más que dictaduras.