Trece muertos y aquí no pasa nada. De nuevo voces de lamento por los daños sufridos y por la pérdida de seres queridos. Pero aquí no pasa nada. Vuelve a señalarse a la naturaleza como ese "ente" malvado que, de cuando en cuando, nos envía una lluvia torrencial, una "gota fría" que ocasiona caos y muerte. Y ahora pasarán unos días, unas semanas, se limpiarán las calles y los campos de lodo, volverá la normalidad; y aquí no habrá pasado nada. Hasta la próxima. Los ciudadanos asistimos con resignación a una falta de acción política, que termina ocasionando desastres. Pero no son desastres "naturales", como se quiere hacer creer; son desastres causados por el ser humano, desastres totalmente previsibles que, lamentablemente, volverán a ocurrir. En esta ocasión, la predicción meteorológica no falló. Al contrario, con suficiente antelación se anunció la posibilidad de estas lluvias intensas en el sur, sureste y este de nuestro país; se decretaron las alertas con toda diligencia. Entonces, ¿qué ha pasado? Pues lo de siempre. Una falta de educación para el riesgo propia de un país tercermundista y una pésima ordenación del territorio a pesar de las muchas leyes urbanísticas que tenemos€y que no se cumplen. La construcción de infraestructuras de comunicación que no están calculadas para la realidad de las lluvias mediterráneas -los períodos de retorno no sirven en el clima mediterráneo-. Hemos visto agua torrencial entre las casas, signo de que se han ocupado cauces y de que no se ha hecho la correcta adaptación de esa ocupación en los callejeros urbanos. Puentes modernos de hormigón que no han soportado la fuerza de la avenida de pequeñas ramblas, de barrancos menores -normalmente secos- que, sin embargo, cuando "despiertan" tienen tanta fuerza como la de un gran río bravío. Lo peor es que todo esto ya se ha dicho, hasta la saciedad, desde hace años. Los geógrafos lo venimos denunciando científicamente hace tiempo. Y nadie nos hace caso. Y también hemos señalado la forma de paliar este problema: ordenar correctamente el espacio geográfico, respetando los territorios del agua. El dinero fácil del pelotazo inmobiliario que ha ocupado sin sentido espacios de riesgo o de la infraestructura mal diseñada porque así se podían ahorrar algunos dineros, trae como consecuencia el drama cuando llueve torrencialmente. Pero aquí no pasa nada. Hasta la próxima.