Anoche se presentó el libro según el cual Miguel de Cervantes podría ser Joan Miquel Servent, natural de Xixona, en cuya Casa de Cultura el autor de «Cervantes (Servent), ciudadano de Xixona», el figuerense Lluís María Mandado, expuso que El Quijote se escribió en catalán y que fue la censura política y religiosa la que transfiguró la personalidad del escritor, oficialmente claro, de Alcalá de Henares. El pulso continúa. No se conformaron con llevarse a Iniesta, sino que ahora también se proponen reclutar al ingenioso hidalgo. El alcalde de la villa turronera se desmarcó y dejó caer con antelación que, la hospitalidad para acoger el acto en el día de la Hispanidad, no implica que el equipo que él preside respalde la sin par teoría. A Ferran Verdú le faltó decir: «Es lo único que le hace falta a mi pesepevé; que yo me integre en el cuadro flamenco del hermano de Pascual Maragall». Según Mandado y algún otro, el Cervantes mesetario, hijo de médico, no puede ser el hombre de letras capaz de tener una gran biblioteca y por eso pone sus ojos en Servent „apellido que en sí mismo ha derivado en Sirvent„, personaje de la corte y tesorero real.

El reconocimiento por parte del escritor más famoso del orbe hispano de que Tirant lo Blanc era hasta entonces la mejor novela conocida y sus elogios sobre la costa del Reino de Valencia sirven para fabricar múltiples paralelismos: que si tanto los hermanos Cervantes como los Servent combaten en Flandes y en el norte de África; que si igualmente resultan heridos; que si conocen a la perfección los usos y el lenguaje náutico y el de los mercaderes; que si el alcalareño disponía de casa en Barcelona como los Servent; que si las armas de ambos linajes comparten como señal un ciervo; que si hay unos Servent que al instalarse en Castilla cambian el apellido a Cervantes y viceversa cuando los supervisados corresponden a textos en que aparecen el de Xixona... Lo único: cuidado con que se entere Wert. Que le da.