Los socialistas valencianos hemos apostado abiertamente por abrir el debate de la reforma constitucional para avanzar hacia un nuevo modelo territorial más justo con los valencianos y más solidario con el conjunto del Estado. El federalismo solidario anunciado por nuestro secretario general Ximo Puig, no deja de ser un concepto tan natural a la esencia de nuestra Constitución como lo es el Estado descentralizado que resultó del Estado de las autonomías. Ahora bien, justo en el momento en el que el modelo planteado por la Constitución atraviesa sus momentos más tensos, de nuevo el partido socialista vuelve a plantear una solución.

En el 78, muchos de nosotros no habíamos ni nacido. En aquel momento la coyuntura política se describía con tensiones que basculaban entre el activismo violento y tenaz de algunos separatismos, y la no menos violenta amenaza de algunos sectores del Ejército dispuestos a cualquier maniobra en tal de garantizar la unidad de la patria. Bajo aquel clima nació una Constitución para culminar una transición política. La Constitución del 78 no gozó de una asamblea constituyente; se fraguó en los despachos. Se redactó mediante un proceso constituyente propio de un Estado en transición a la democracia. El aporte más significativo, por lo singular de la fórmula, fue el del modelo territorial del Estado (no olvidemos que España es el único país del mundo regido bajo este modelo). El Estado autonómico había previsto sistemas de financiación diferenciados, así como un sistema institucional bicameral, lo que daba señales inequívocas de que nacía con clara vocación federal.

Casi 35 años después de la aprobación de aquel modelo, y ante las nuevas tensiones territoriales por parte de soberanistas y de un conservadurismo jacobino que siempre ve un problema en la pluralidad de nuestro territorio, se hace imprescindible dar un paso en firme. Ante una crisis de modelo como la que hoy atravesamos, con una deslegitimación del sistema democrático, de las instituciones del Estado y con un conflicto territorial sin precedentes, debemos ser valientes y plantear soluciones que pasen por refundar el Estado recogiendo las demandas de la sociedad española de nuestro siglo. Apostar por el federalismo es culminar la labor de aquellos que idearon nuestro sistema autonómico, superando las injusticias que se han ido viendo con la práctica como son el hecho de contar con un sistema de financiación injusto, así como el aparataje institucional innecesario como las decimonónicas diputaciones provinciales; también dotando finalmente de sentido a un Senado, que nació para ser una cámara de representación territorial.

Ya no necesitamos una Constitución para culminar un proceso de transición a la democracia; hoy necesitamos una Constitución que dé solución a los problemas de nuestra sociedad. La reforma es necesaria. El cómo la hagamos también es importante. Debemos pensar en cómo canalizar las demandas de nuestra sociedad. Un proceso constituyente que se dé en un despacho de políticos, entre políticos, hoy no tiene sentido. La transición de la democracia hacia una democracia más perfecta no puede darse sin la participación ciudadana como máxima protagonista. ¿Seremos capaces de realizar un ejercicio tan profundo de madurez democrática?

Politólogo. Secretaría de Ideas y Programas del PSPV-PSOE