En los últimos días, en la región mediterránea, los ponientes en unos casos y el anticiclón subtropical de las Azores en otros están propiciando temperaturas muy suaves. De cara al próximo fin de semana se va a llegar a un punto culminante en esa suavidad con una dorsal cálida de más de 15 ºC a 1.500 metros, que viene directamente desde el norte de África, y que va a propiciar, especialmente en el litoral mediterráneo, temperaturas mínimas por encima de los 10 ºC y máximas que pueden superar los 25 ºC. Ya me adelanto a los titulares que nos esperan para esos días: «Celebre su Navidad bañándose en la playa», «Calor a las puertas de Navidad», «Récord histórico para un mes de diciembre», «Temperaturas insólitas para la época», «La llegada del invierno trae el calor», etc. En primer lugar, me gustaría advertir que esta «ola de calor invernal», si por tal se entiende una anomalía térmica positiva superior a los 10 ºC, no va a llegar hasta Navidad, entre los días 24 y 25, con la llegada de un frente frío desde el noroeste, las temperaturas bajarán más de 10 ºC y, por tanto, serán las «normales» para la época. Eso sí, desde luego, al menos en la región mediterránea, que nadie espere una blanca Navidad. A este punto quería llegar. El otro día capté una discusión de dos amigos. Uno afirmaba que en un clima templado pero casi subtropical como el nuestro, al menos en el litoral, es más normal que tengamos temperaturas suaves en Navidad que nieve. Por cierto, situación que podríamos trasladar al origen de todo este tinglado, Belén, aunque los centroeuropeos lo hayan adaptado a su realidad climática, que sí da una blanca Navidad casi siempre. El otro le decía que, al menos en el interior mediterráneo, sí que tendría que estar nevado en Navidad. Yo estoy de acuerdo con el primero porque apenas he conocido en mis cuarenta años una blanca Navidad, ni siquiera en la media montaña, y porque en los registros del siglo XX en contadas ocasiones ha nevado en esta época. Una alumna de la Universidad Permanente me contó el otro día un viejo dicho que afirmaba que «en Navidad, en Alicante, todavía nadaban», en clara referencia a la suavidad térmica de este mes en la ciudad.

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