Se había dado la voz entre periodistas que acudieran a la (in)comparecencia de Mariano Rajoy de que tiraran las cámaras , grabadoras y ordenadores al suelo si no aceptaba preguntas, como había anunciado. La sorpresa fue una cúpula del PP con un posado sonriente para fotógrafos, tras hacerles esperar más de media hora. A continuación, los medios fueron invitados a pasar a una sala donde presidía un gran monitor de televisión. Mariano leyó, a través del monitor, un discurso en el cual negó todo sobre los pagos en B y le faltó el canto de un euro para llamarnos culpables por si albergábamos alguna duda sobre su honestidad, buenhacer, credibilidad, etcétera. Luego aparecería el otro, Rubalcaba, no en el monitor, en rueda de prensa y a empezar con el ritual de «y tú más» y ninguna solución sólida y clara para el malquerido pueblo.

Somos el problema para estos mentirosos compulsivos, un estorbo para sus corrupciones y las órdenes financieras. A mi cabeza viene una sarta de preguntas: ¿A quién le ha interesado hacer explotar este último escándalo de Bárcenas? ¿Por qué justamente cuando los delitos han prescrito? Recuerdo que Berlusconi, por menos que Rajoy, en Italia, fue destronado por la troika que colocó a Monti porque no le gusta nada las chapuzas y malos negociantes. Las cuentas han de estar muy claras para los mercados financieros, no para los que hemos sido los verdaderos esquilmados, a saber, y perdonen que me repita: la ciudadanía. Conviene recordar que esto no es un crisis, sino una estafa. Un buen marrón que organizó la banca financiera y que esto no ha sido explicado jamás, de forma transparente, por ninguno de los dos partidos mayoritarios, que han aceptado condiciones ruinosas de esa troika. Por tanto, que no nos líen como trileros, para no enterarnos de sus fines.

No todos los políticos son iguales, ni mucho menos. Quizás sea esa troika (Banco Central Europeo, Comisión Europea y FMI) la que está aplicando una política al servicio de los poderosos y utiliza campañas mediáticas para desprestigiar una democracia y aupar políticos, que presuntamente, aceptan y aceptaron vender toda la protección social y bienes públicos para pagar las deudas financieras contraídas por los bancos. Lo de la corrupción, sobres que van y vienen, es un asunto al que hay que poner ley y castigo. Lo otro, entrar en el juego de lanzarse la pelota entre PPSOE, es una manera más de enmarañar y querer tirar por tierra a los políticos y partidos de bien, que sí están bregando en las calles y que poco pueden hacer desde un Congreso donde son minoría, se les tapa la boca o se les dan cinco minutos para hablar.