Vuelve a cargar el sr. Burguera con el manido argumento del "llemosí" que esgrimió Llombart en el discurso fundacional de Lo Rat Penat. Una vez más, el sr. Burguera niega el derecho de retracto, o el beneficio de la duda, a las personalísimas opiniones de un Llombart que pudo creer en el llemosinismo (que no catalanismo), una teoría romántica, en absoluto contrastada, que nos habla de un antiguo tronco común para las actuales lenguas valenciana, balear y catalana. El llemosinismo de Llombart pone a las tres lenguas al mismo nivel, opuestamente a la pretensión fabriana de subordinar a valenciano y balear a variedades dialectales del catalán, hasta el momento considerado un dialecto diatópico del occitano, y elevado a los altares de las lenguas de cultura por "arte de magia". Sí observamos un cambio de criterio preocupante en Pompeu Fabra, responsable de la creación de la neolengua catalana a partir de 1906, cuando, años antes, en 1891, publicó en la revista l´Avenç: "Una gramática conjunta para valenciano, mallorquín y catalán, es anti-natura". Poderoso caballero es Don Dinero.

Es importante conocer la manera en que se impuso (sí, he dicho impuso) la "lengua moderna" o "estándar catalán" creado por Pompeu Fabra bajo encargo de Prat de la Riba a inicios del siglo XX en la misma Cataluña, dado el rechazo de bastantes hombres de letras catalanes e incluso del mallorquín Alcover. La poderosa "mancomunidad" gestionada por Prat de la Riba puso todo su potencial económico al servicio de la expansión y promoción de todo tipo de publicaciones, con la única condición de estar redactadas en la neo-normativa fabriana.

Sirva como ejemplo el testimonio de un catalán vinculado a todos estos "eventos" del nacionalismo de principios del siglo XX, Amadeu Hurtado, en su libro "Cuaranta anys d´advocat", sacado a colación por M. García Venero en su obra "Historia del nacionalismo catalán" (tomo II, pág. 163): "Debo hacer notar que en aquella época los correctores de pruebas, por consentimiento general, eran una especie de agentes de la autoridad, encargados de la ejecución de las normas ortográficas y gramaticales de nuestro idioma en formación". Testimonio definitivo.

El mismo Manuel Sanchis Guarner, poco sospechoso precisamente de "blavero ultraderechista" (etiqueta a la que tanta afición se tiene desde las posiciones del sr. Burguera), por cierto expulsado de Lo Rat Penat al ingresar en el IEC, afirmó sin tapujos que "la unidad de la lengua no es un principio, sino un fin". Y también es constatable el hecho de que sea en 1959 cuando la Real Academia Española rectifica su definición de catalán. Y de valenciano. Y no sin presiones políticas, por cierto.

Debo agradecer al sr. Burguera su sincera afirmación: "La llengua nostra, el valencià, es llengua comuna. Des de finals del segle XIX ja s´ha vingut diguent". Resulta curioso que antes de ese momento, el del nacimiento ideológico del nacionalismo catalán y su proyecto de construcción nacional, a nadie se le hubiera pasado por la cabeza afirmar tamaña barbaridad histórica y científica. Recordemos las palabras del catalán Miquel i Planas en 1904: "Privar a Cataluña y a su literatura de de la aportación que representa la producción de las letras valencianas de aquella época... sería dejar nuestra historia literaria truncada en el centro de su crecimiento y ufanía; más aún: sería arrancar de la literatura catalana la poesía casi por completo, porque en ningún otro momento, antes de la Renaixença ha llegado a adquirir el esplendor con que se nos muestra gracias a los Ausias March, a los Roiç de Corella, a los Jaume Roig, a los Gaçull, a los Fenollar y otros cien más €". Todos ellos valencianos. El sr. Burguera nos acaba de dar la razón, y nos devuelve a los valencianos nuestra natural singularidad cultural y lingüística, desde las jarchas de los poetas del Reino musulmán de Valencia hasta, al menos, finales del siglo XIX (cuando afirma el sr. Burguera que se empezó a hablar de "eso" de la unidad lingüística), pasando por los clásicos valencianos del Sigle d´Or, que siempre afirmaron escribir en "romanç valencià", "llengua valenciana", "vulgar valenciana", "valenciana llengua" o "estil de valenciana prosa", no existiendo referencia a "catalán" por ningún sitio. Ahora, sólo nos falta recuperar los últimos 100 años. Y desde Círculo Cívico Valenciano, vamos a por ellos.

Para ir terminando, me ratificaré en mi posición, y la de la entidad que presido, abiertamente opuesta a la AVL: una academia impositiva en vez de descriptiva, que funciona a golpe de nómina, que es fruto de un pacto político del que el Partido Popular de Aznar y Zaplana, y sus sucesivos y pusilánimes líderes, son los principales culpables, que ejerce la función de sucursal del IEC, cuyo dictamen fundacional está basado en una enorme falacia histórica y científica, y cuyo respeto por las falsas bases de "consenso" de Castellón también deja mucho que desear.

Por último, evidenciaré los prejuicios y la voluntad de seguir laminando la sociedad valenciana en las palabras del sr. Burguera, al diferenciar entre derecha - valencianismo e izquierda - catalanismo: el valencianismo, sr. Burguera, no tiene (o no debería tener) color político. No obstante, puede esta izquierda valenciana que padecemos seguir confundiendo intencionadamente catalanismo con progresismo, y espoleando a la juventud valenciana a partirse la cara por ideales cimentados sobre la ciénaga ideológica de un nacionalismo importado y lleno de sombras.

* Fernando Chiva es Presidente de Círculo Cívico Valenciano