Tras el inesperado éxito del cómico italiano Beppe Grillo reconvertido en político, la ultranacionalista francesa Marine Le Pen se ha congratulado al compartir con él su antieuropeísmo. A la hija del fundador del Front Nacional, Jean Marie Le Pen, le viene muy bien que un populista de izquierdas obtenga el 25,5 % de votos para que la Europa democrática, integradora y respetuosa con los derechos humanos que un día imaginó su compatriota De Gásperi se rompa en mil pedazos.

Además del argumento-Grillo, al Frente Nacional le conviene cara a las elecciones al Parlamento Europeo en 2014 que más de la mitad de los votos italianos se depositaran en opciones anti-europeístas señalando a la euroburocracia de Bruselas como la culpable de todos los males de la Unión Europea, al ser este argumento el nexo de unión entre los partidos de la nueva derecha. Y junto a este, otro argumento de peso, el xenófobo: paseen por las calles de Marsella, antaño un feudo del PCF y hoy del FN, y escuchen las voces alarmadas ante la «inminente guerra civil» entre la comunidad musulmana francesa y los franceses «de toda la vida», amenazados étnicamente de extinción.

Es por eso que la carismática Marine Le Pen percibe ahora su mejor momento para recabar apoyos a su favor tras haber hecho temblar al mismísimo Sarkozy al robarle casi tres millones de votos, dejando a la derecha tradicional francesa con su peor resultado desde 1958. Los conservadores se han quedado sin líder y saben que Marine puede dar un zarpazo a su espacio político sumando adhesiones a las de hace un año, cuando les quitó más del 18 % de los votos. De hecho, la última encuesta de Le Monde Diplomatique indica que más de un tercio de los franceses están «absolutamente» de acuerdo con sus ideas islamófobas, xenófobas y ultranacionalistas que exigen la salida de Francia de la UE

En este contexto, la cada vez más popular Marine Le Pen busca alianzas en toda Europa para constituir un fuerte grupo en el Parlamento Europeo. Aquí, en España, entre sus principales aliados: Josep Anglada con su Plataforma per Catalunya, Roberto y Milà con España-2000 y la madrileña Democracia Nacional. No obstante, el virus populista de la nueva derecha se extiende a los partidos tradicionales por miedo a perder votantes, y en eso el PP está aprendiendo: ¿cómo puede ser que Rajoy abriera el pasado debate del estado de la nación diferenciando a los parados españoles de los parados inmigrantes? ¿Los considera ciudadanos de segunda clase? ¿No se olvida de sus promesas electorales? Una deriva hacia la xenofobia que le puede costar caro al PP en autonomías como la valenciana con mas del 17 % de inmigrantes y extranjeros, e incluso algunos de ellos concejales suyos en sus municipios; hoy, los grandes olvidados.

?Investigadora en Derechos Humanos e Inmigración. Universitat de València