La comunidad hindú de Valencia se siente muy agraviada ante la posibilidad de que una falla queme esta noche alguno de sus símbolos religiosos, convertidos en ninots en el cruce de las calles Ceramista Ros y José María Mortes-Lerma. Ni el artista que elaboró el monumento, Sergi Fandos, ni por supuesto la comisión que encargó el trabajo han pretendido nunca insultar ni zaherir a nadie de los que salen representados en la falla. Desde el jefe del Estado al últimos de los responsables políticos valencianos aparecen modelados en cartón con asiduidad y jamás se han sentido violentados por eso. Es más, la figura del Dios de los cristianos puede verse en varias fallas este año sin que el nuevo papa Francisco o el más modesto de los curas de barrio hayan elevado protestas. Todo forma parte de una fiesta que ha adquirido reconocimiento internacional y que hunde sus raíces en el carácter satírico y jaranero de los valencianos. Nadie debería sentirse molesto por ello.

Sin embargo, el presidente del Templo Hindú de Valencia, Swani Omkrananda, piensa que los ninots que representan a sus divinidades «no se pueden quemar y profanar» y alerta de que, si el fuego devora esas figuras, el «atentado cultural daría la vuelta al mundo para mal». Varias patrullas policiales vigilaron ayer la falla para evitar incidentes. La comisión afectada ha recordado que las fallas están concebidas para quemarse. El fuego entronca con el espíritu abierto, hospitalario y regenerador que nos identifica. No permitamos que las fiestas disgregen.