El «Oktoberfest, feria de la cerveza», vuelve a la Plaza de Toros de Valencia sin necesidad de ser octubre ni cumplir un año ritual. Este evento se repite varias veces al año sin avisar, pues goza de un éxito asombroso.

El cartel cervecero es erotismo naif años setenta. Una chica de generosos pechos y amplio escote ofrece en una mano ese pastelillo salado que tiene forma triangular, como de pubis femenino. Con la otra mano bebe ávidamente una jarra tubular de cerveza con abundante espuma blanca que le moja los labios. Quien busque segundas interpretaciones lo tiene fácil.

El atractivo cultural del evento es sencillamente emborracharse, saltar y bailar. Ofrece cerveza, pachanguera orquesta alemana y típicas salchichas germánicas.

Mientras en el centro se desarrolla la feria cervecera, en la Feria de Muestras se desarrolló la feria del cannabis con la postilla «medicinal». Sorprende que una substancia considerada normalmente como droga tenga su propio evento festivo, y mucho más cuando la Guardia Civil cada dos por tres está desmantelando plantaciones ilegales en los lugares más variopintos. La Feria de la Marihuana fomenta el autocultivo, tanto terapéutico como lúdico.

Consuela que los ciudadanos puedan embriagarse y drogarse. «Puedan», no que lo hagan. La libertad es algo maravilloso. Las investigaciones científicas han alertado suficientemente de los riesgos del alcohol y de las drogas. Quien quiera, que se meta por esos vericuetos. Lo hipócrita es que ciertos sectores sólo se rasguen las vestiduras cuando las actividades hagan referencia al sexo.

La filosofía política imperante es «alcohol, drogas, pero castidad». ¿Por qué extraña razón sólo se censura lo sexual? ¿Qué pasaría si en la plaza de toros se instalara una «Feria del Sexo» donde se ofrecieran, por ejemplo, revolcones a un euro, como se ha hecho con la jarra litrona de cerveza con motivo de la inauguración? ¿Cómo reaccionarían si en la Feria de Muestras montaran una Feria de la Sexualidad «Medicinal» o simplemente lúdica?

Mientras estas substancias pueden convertirse en adictivas, y arruinar vidas humanas, el sexo no tiene nada negativo, sino todo lo contrario. Todavía no he leído ningún informe médico que pregone que la actividad sexual habitual suponga riesgo para la salud o menoscabe la vida de nadie. Los que tanto persiguen el sexo, se callan ante estos otros «entretenimientos» de la raza humana.

¿Cuándo tendremos una «Feria Erótica» en Valencia? Barcelona marcó un camino que fue imitado en otras capitales europeas. Madrid nunca ha conseguido que despegue el experimento y hasta Murcia se ha apuntado al mismo con relativo éxito. En su momento hubo una hasta en Calamocha, donde al mismo tiempo que el jamón de Aragón promocionaban este tipo de carnes licenciosas.

Por cierto, y hablando de sexo, que es de lo que trata esta sección normalmente, esta semana se jubila en la dipu Amparo Ajado, una mujer que conoce todos los secretos eróticos de la institución, pues estuvo en el epicentro de la misma desde finales del régimen anterior. Desde su mesa ha visto el devenir de presidentes de todos los colores políticos y por tanto todas las actitudes ante estos asuntos que suelen ser considerados escabrosos. Si a esa mujer le diera por escribir sus memorias seguro que los muros de la corporación temblarían. Pero ha sido una profesional discreta que no abrirá la boca.

Tanto preservar la tradición oral y la Fonoteca todavía no ha pensado un programa en el que los ciudadanos leguen a las futuras generaciones estos pecadillos íntimos. Es una lástima.