Si Rafael Blasco capitaneó o no una trama de desvío de fondos públicos de la cooperación del Gobierno valenciano, lo determinará la justicia. Hasta ese día, Rafael Blasco es inocente. Y le asiste el derecho de torpedear, dentro de los límites legales, la instrucción de la magistrada Pía Calderón o la investigación de la Fiscalía, incluso con argumentos tan peculiares como los esgrimidos hasta ahora por su abogado Javier Boix.

Pero, al mismo tiempo, a la oposición nos asiste (artículo 12 del Reglamento de les Corts Valencianes) el derecho a rastrear y analizar las grandes adjudicaciones que el ex conseller hoy imputado por seis delitos otorgó durante su fulgurante carrera institucional. Cuando una repasa retrospectivamente las adjudicaciones más sospechosas, observa la aparición harto frecuente y con roles destacados de una serie de personajes tales como los funcionarios hoy en día imputados Marc Llinares y Tina Sanjuán. Y las empresas adjudicatarias se repiten cíclicamente a lo largo de la trayectoria institucional de Blasco en la Generalitat Valenciana. Los expedientes administrativos de la adjudicación del Abucasis (la aplicación que gestiona los historiales clínicos en el Sistema Valenciano de Salud), aportados por Esquerra Unida a la Fiscalía, muestran cómo Marc Llinares decidía prácticamente qué empresa reunía las mejores condiciones. Es más: en la Conselleria de Sanitat hay otros expedientes con informes del imputado Llinares que corresponden a adjudicaciones millonarias realizadas por Blasco pocos días antes de las elecciones de 2007. Por cierto, aquellas adjudicaciones sospechosas y torticeras de última hora en la Conselleria de Sanitat se cobraron la cabeza de Alfonso Jiménez Cantos, entonces jefe de informática y hermano de Eloy, ex director de recursos económicos. Algún motivo tendría para marcharse dando un portazo€ Al fin y al cabo, quien mejor definió la presunta trama fue la imputada Maribel Castillo, refiriéndose a la Fundación Hemisferio en una conversación telefónica pinchada por la Policía: «La están aguantando hasta ver dónde cae Blasco, y en cuanto lo sepan, según donde caiga, cierran la fundación y montan otro chiringuito».

Hay una continuidad, un relato lógico y coherente, un rastro administrativo, que conecta adjudicaciones millonarias realizadas desde diferentes conselleries por las que Blasco desfiló cual elefante por cacharrería. Alberto Fabra tiene en el imputado Rafael Blasco una de las innumerables bombas de relojería que no sabe cómo manejar. Poco a poco el PP actual va descubriendo antiguos desaguisados del ágil e inteligente estratega, del personaje al que no se le escapaba nada de lo que se cocinaba por estos pagos. Pero quizá el tipo no era tan inteligente y probablemente el PP cometió una irresponsabilidad temeraria e imprudente dándole tanta manga ancha. A día de hoy Blasco conoce tan bien las interioridades del PPCV como las cabinas telefónicas de Valencia, resiste como portavoz de los conservadores en la Comisión de Territorio y prepara su defensa. La bomba de relojería está a punto de explotar. Tic, tac, tic, tac€

Marina Albiol - Diputada d´EUPV en las Corts Valencianes