El Bloc-Compromís va a dejar de pagar nóminas, encontrándose al borde de la quiebra económica, lo que les hace plantearse la posibilidad de un ERE para despedir a sus trabajadores. Las excusas que se daban desde la formación catalanista eran de lo más variopintas, pero todas empleando el mismo argumento recurrente, y que no es otro que «pobre de mí, qué mal que me trata el mundo mundial».

El Bloc-Compromís se ha colocado en esa situación de insolvencia por una pésima gestión de sus recursos, confiando en exceso en el maná de la subvención, pero también, por carecer de un respaldo social suficiente que le permita tener los afiliados necesarios para mantener su estructura. En las últimas elecciones tuvo un repunte de votos que sólo puede entenderse por la profunda crisis que vive el socialismo valenciano, así como por l discurso de la mentira, que ocultó a los ciudadanos la verdadera cara de un partido de estricta observancia catalanista. Eso mismo que le está pasando al Bloc-Compromís, podríamos extrapolarlo a la esfera cultural, donde organizaciones catalanistas que han vivido cómodamente de la subvención que llegaba desde la Generalitat de Cataluña, ahora están pasando horas bajas, debiendo mendigar a Artur Mas alguna ayuda económica para seguir haciendo pancatalanismo en la Comunitat Valenciana.

Aparte de las excusas de mal pagador que han dado desde el Bloc-Compromís, se comenta mucho en los mentideros políticos que ese partido, nacido como satélite de CiU en la Comunitat Valenciana, ha dejado que recibir los arrumacos que le llegaban desde Cataluña, más interesada ahora en el independentismo y ocultar el agujero económico que nos está costando millones de euros al resto de los españoles. En definitiva, parece que el catalanismo político de la Comunitat Valenciana quiere unirse a esa izquierda que, como UGT o Sánchez Gordillo, critica las reformas del PP, pero luego es la primera en meter la tijera a sus trabajadores o en dejar de pagarles.