Imaginen que A tiene como principal cliente a B, quien tarda mucho en pagarle sus facturas, hasta el punto que A no sabe cómo reaccionar pues se le van cerrando puertas financieras que le permitan mantener su actividad. Entonces, cuando A, a pesar de las buenas palabras de B, empieza a estar desesperado, aparece C, aparentemente desconocido tanto para A como para B, ofreciendo comprarle a A toda la deuda impagada por B correspondiente a 2012. Sorprendentement,e algo de lo facturado en 2013 ya ha sido pagado por B a A. El precio de la operación tiene su coste para A, ya que C le compra la tal deuda con una rebaja, digamos de un 10 % del nominal.

En una lectura rápida, C parece ser un simple usurero ya que hace una oferta por debajo de un valor objetivo a alguien asfixiado por las sucesivas promesas incumplidas de pago de B. Sin embargo, una lectura más pausada lleva a preguntarse qué garantías tiene C para saber que él si cobrará de B, una vez la deuda esté en su poder, a pesar que A no ha conseguido cobrarla hasta ahora. Obviamente. C no arriesgaría su dinero sin esta seguridad, pues su razón de ser no es la de socorrer a nadie, sino explotar una situación límite, con independencia de cuál sea el cometido profesional de A y de B. La respuesta adopta la forma de un neologismo: C es un fondo buitre que tiene información privilegiada referida a cuándo B hará frente a su antigua deuda con A, ahora adquirida al 90 % de su valor. El relato adquiere otra óptica; ahora supera la aparente usura, para pasar al campo de la especulación, producto del hecho que C tiene garantías sólidas de que B cumplirá en pocos días y, en consecuencia, acabará haciendo un excelente negocio a costa del desesperado y mal informado A.

El episodio no dejaría de ser uno más en esta época ignominiosa, donde operaciones especulativas se repiten con conceptos tan extravagantes como operaciones a futuro, si no fuera un escándalo que se deriva de poner nombre a quienes son A, B y C de esta historia acaecida la pasada semana en Valencia. Vayamos con ello.

Los A podrían ser una parte de las farmacias a los que los valencianos acudimos para conseguir los productos recetados por la sanidad pública; B es la Generalidad Valenciana (GV) que adopta dos rostros, el del conseller de Hacienda, Moragues, que regula el escaso presupuesto de la GV y el de Llombart, conseller de Sanidad, a cuyo departamento se dirigen las facturas que nos ocupan; C es Thesan Capital SL, con sede en Madrid, un conocido fondo que, con inversiones reales mínimas, se suele dirigir a empresas o personas con problemas económicos (muchos farmacéuticos valencianos) o con activos dañados (distressed para seguir con la jerga de estos chicos) que dice saber de reestructuraciones de deuda (nada más y nada menos, en este caso, que de la GV) a quien la crisis financiera le ha dado muchas oportunidades de negocio.

Para completar los detalles, aclarar que la información privilegiada que Thesan maneja tiene que ver con la llegada a la Comunidad Valenciana (CV) del dinero procedente del estado central, en forma del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) o del Plan de Pago a Proveedores (PPP) de 2013. Dinero que se va a librar directamente a quien esté en posesión de la tal deuda, con previa confirmación, por parte de la Conselleria de Hacienda, de la veracidad de tales documentos. Esta información privilegiada sólo puede proceder o de altas instancias del Ministerio de Hacienda o/y de los máximos responsables de la GV. El escándalo que supera la usura se deriva de que unos y otros son servidores públicos, no simples operadores del llamado mercado secundario, tan propio de la especulación privada.

Otro detalle, quizás mas morboso, es la constatación de que Ignacio López del Hierro, marido de la número dos del PP, Dolores de Cospedal, presidió (no sabemos si preside) ese fondo buitre. Mejor paramos esta deriva del episodio, pues en cuestión de elección de marido, algunas mujeres de nuestra vida política, infantas y ministras incluidas, no parecen haber acertado mucho.

Lo realmente importante es el hecho de que hay una operación, publicitada desde el Colegio de Farmacéuticos, que ha intentado especular con deudas de la GV. No hablamos de arriesgar en una empresa de I+D o en una inversión potencialmente generadora de puestos de trabajo. Aquí se arriesga y especula sobre el cobro de la deuda a los farmacéuticos, esto es, en base a actuaciones que tomarán a la par Ministerio de Hacienda y GV, quienes van a decidir a quién se paga o a quién no se paga entre lo mucho que se debe.

Mucha garantía deben tener los ejecutivos de Thesan, ya que si nos preguntaran a los ciudadanos a quiénes hay que dejar de pagar, seguramente estaríamos de acuerdo en que esta deuda recién comprada no es prioritaria, aunque sí lo sean las medicinas que nos recetan. En Thesan dicen saber cómo apretar a todos, incluídas las administraciones públicas. En otras palabras, deben saber de otros mecanismos que superen el de poner un hombre del frac siguiendo a Montoro, a Moragues o a Llombart, por las calles de esta España endeudada.

Si desde el entorno de los responsables de administrar el FLA y el PPP de 2013, no se dice nada y el Ministerio de Hacienda se pone de perfil, lo vivido indica que la GV ha llegado ya a un punto de no retorno. Su deuda es objeto de especulación y ésta sólo tiene lugar a partir de una información privilegiada que garantice solventemente que la deuda de 2012 va a pagarse a su nuevo dueño en breve. Si el Ministerio de Hacienda no dice nada, desgraciadamente el Consell está en algo más que en el centro de razonadas sospechas.

Haciendo un gran esfuerzo creo que podría explicar, e incluso comprender, las razones de ingeniería financiera de la GV, frente a las expectativas del FLA y del PPP que podrían justificar la existencia de una deuda a las farmacias de mitades de septiembre y de octubre y noviembre de 2012, habiendo atendido facturas de 2013. Sin embargo, ahora tras la oferta de Thisan al Colegio de Farmaceúticos de Valencia, todo hiede. Alguien debe dar explicaciones, ignoro si Fabra, Moragues o Llombart. Sin ellas, nadie desde la GV está en condiciones morales de pedir sacrificios, por otro lado imprescindibles, a la ciudadanía de la CV. La deuda de las farmacias ha generado una dinámica infernal que puede engullir demasiadas cosas importantes para poder afrontar nuestro futuro inmediato, siempre que el objetivo no sea superar a Sicilia en degradación de comportamientos colectivos. Dicho sin ninguna acritud, alguien debería dimitir por pura dignidad profesional, sea inspector de Hacienda, farmacéutico, economista o abogado.