El valor añadido del predictor, el meteorólogo, es clave en las fases de vigilancia y de nowcasting (previsión a muy corto plazo, tres horas) y en cambio es menos importante cuando aumentamos el horizonte de la predicción, es muy poco importante o nulo su papel en las predicciones estacionales o de más de diez días. Un buen meteorólogo debe tener conocimientos, experiencia, reciclaje constante, debe estar bien apoyado profesionalmente, tener un buen ambiente de trabajo y todo debe seguir un plan estratégico, una normativa que le dice que tiene que hacer cuando falla algo en la cadena de previsión (por ejemplo cuando uno de los meteorólogos se pone enfermo, cuando el radar no emite imágenes, etc. ). El valor añadido del meteorólogo es lo que distingue un buen meteorólogo de un mal hombre del tiempo, así el hombre del tiempo que lo hace mal es porque no verifica que las salidas de los modelos coincidan con los datos asimilados por los modelos (radar, observaciones, imágenes del satélite). En la actualidad la previsión meteorológica es mucho más afinada y mejor que hace 30 años ya que las herramientas de las que dispone el meteorólogo han mejorado mucho, de la misma manera que también se disponen de más conocimientos. Pero las salidas de los modelos pueden crear en algunos meteorólogos la sensación de que su papel es poco importante. El hombre del tiempo debe vivir su trabajo como una pasión. Los turnos son uno de los puntos débiles de la previsión meteorológica, ya que cuando un hombre del tiempo se pasa 18 horas seguidas trabajando, como ser humano pierde finura, pero es en estos momentos cuando debe demostrar que debe estar al pie del cañón. Y como la previsión es una cadena, el meteorólogo del siguiente turno debe estar avisado por el meteorólogo del turno anterior de alguna característica que pueda cambiar la previsión meteorológica inmediata (por ejemplo la aparición de una línea de turbonada no prevista por el modelo o los indicios del nacimiento de una ciclogénesis).

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