gosto dejó 31 parados menos que julio y eso, dicen, es motivo para el optimismo. Hay quienes creen que el optimismo y el pesimismo necesitan motivos, otros prefieren la serotonina o los inhibidores selectivos de su recaptación. Pero esa es otra historia y hay que ser optimistas.

Treinta y un parados menos es mejor que treinta y un parados más así que, si eres optimista, ya estamos hablando de 62 motivos para el optimismo porque es mejor el trabajo que el paro. ¡El doble de bueno! Ver en positivo siempre es positivo. Hace nada, el director de un periódico que tiene tiempo para acudir a una tertulia de radio y para ser optimista decía que sí, que en España hay casi 6 millones de parados pero que también hay 17 millones de trabajadores. Eso es irrefutable y optimista. Me gustó tanto esa manera de verlo que pensé que la guerra civil de Siria puede haber producido 4 millones de desplazados interiores y 2 más de refugiados en otros países y unos cien mil muertos, según las organizaciones de derechos humanos, pero si piensas que hay 21 millones de sirios, te sale que la mayoría de ellos están vivos y en casa. Queda mucha Siria, aunque un optimista pesimista puede concluir por ello que queda mucha guerra.

Pero elijamos una opción optimista y retomemos el asunto, porque es mucho mejor ser un español en el paro que un sirio en la guerra. Si repetimos que el paro es una tragedia, la antonimia nos obliga a concluir que el trabajo es una comedia, manera culta de decir que es de risa, o sea de reír por no llorar. Todo en ese ámbito es optimista. Lo principal que ha hecho Fátima Báñez, ministra de Empleo, es una reforma laboral que ha roto más contratos buenos que firmado contratos malos, que ha despedido más de lo que ha contratado, que ha causado más bajas que altas, pero se la ve una mujer optimista que no se amilana por lo que les pasa a otros.