Con el verano se escapará la estabilidad atmosférica que no encontré en las Azores, la supuesta residencia de nuestro anticiclón subtropical. Sus frecuentes vientos del oeste que han deformado los brezos en la caldera de Sete Cidades no concuerdan con las encalmadas con las que Maury definía el dominio de los anticiclones. Vuelo por ello entre lecturas de vientos y navegantes. En esta tesitura investigadora e inmerso en los extremos climáticos no podía hablar de otro meteoro que no fuera el viento. Y como en las Azores es el viento del oeste el protagonista. En el arco que va del noroeste al sudoeste se hallan los vientos que marcan los récords de velocidad de casi el 75% de los 53 observatorios analizados. El resto quedan para sectores sur como en la mayoría de los madrileños, del sudeste como algunos vascos o del este y nordeste, costeros mediterráneos como Alicante y Barcelona y el temido Levante gaditano. Pero la mayoría de los mediterráneos marcan sus hitos con el viento oeste, noroeste en el caso de los tarraconenses, definidos por la orientación del cañón del Ebro. La intensidad oscila desde los 90 km/h de Ourense hasta los increíbles 248 de Izaña. Con la altura disminuye el rozamiento y el viento se acelera rozando un huracán de tipo 5. El grupo más numeroso, 27, se ubica entre los 120 y 150 km/h, un huracán tipo 1. Por debajo, en valores de tormenta tropical, 12; por encima, similares a un huracán tipo 2, hasta los 180 km/h, 11. El norte y la montaña concentran muchos de esos observatorios y no falta Tarifa, en pleno estrecho de Gibraltar. La mayoría de récords en la temporada inestable, de octubre a marzo. Sólo 5 escapan a esa norma. El clima no parece agudizar los extremos ventosos y sólo 11 casos son posteriores a los 80s. El viento se tomo una pausa hace años.