Visita Evo Morales, presidente de Bolivia, España, unos días antes de la conmemoración del 40 aniversario del asalto al palacio de la Moneda en Chile, el 11 de septiembre de 1973, que acabó con la democracia y la muerte del presidente Allende. Ni de lejos puede compararse - aparte del acoso a ambos jefes de Estado - la situación actual de Bolivia, con la de Chile de entonces, pero quizás sí hayan algunas coincidencias, como las que se derivan, de las últimas palabras pronunciadas por el presidente Allende, transmitidas por radio Magallanes, ante el asedio que sufría en el palacio de la Moneda, y las pronunciadas por el presidente Morales, en la Cumbre de Jefes de Estado de la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en enero de este mismo año, cuarenta años más tarde, de aquel dramático suceso.

Mis palabras no tienen amargura, sino decepción - clama Allende - por los que han traicionado el juramento que hicieron ¡Yo no voy a renunciar! Pagaré con mi vida la lealtad al pueblo - añade - sigan ustedes sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. Y así fue, y así ha sido. Y nosotros aquí, desde la distancia, sentimos como nuestras las de Pablo Milanés, "y al pisar las calles de lo que fue Santiago ensangrentada, desde una hermosa plaza, ya liberada, nos detenemos a llorar por los ausentes" .

Y ello nos lleva a reclamar justicia, con Amnistía internacional, y la campaña que promueve, "Chile: Borra la huella de la impunidad", afirmando, con razón, "el mundo puede cambiar, pero no va a cambiar solo". Todavía hoy son muchas las víctimas - durante el mandato de Pinochet hubo más de 3000 desapariciones forzadas, miles fueron objeto de tortura y miles más tuvieron que exiliarse del país - que buscan justicia y reparación por el retraso de los procedimientos judiciales y por las amnistías concedidas a los autores de graves violaciones de derechos humanos.

Evo Morales, este mismo año, en la Cumbre de la CELAC, agradeció, en sus primeras palabras, a Chile, por cuanto hizo, en el año 2008, tras perpetrarse un golpe de Estado en Bolivia, y ser justamente la presidenta chilena Michelle Bachelet, que lo era a su vez de UNASUR, Unión de Naciones Suramericanas, quien, consciente del daño sufrido por la violencia desatada, cuarenta años antes, contra la legítima autoridad representada por el presidente Allende, mostró su apoyo a Bolivia, y, junto a otros presidentes asistentes a la Cumbre - como Lula de Brasil o Kirchner de Argentina - dio la respuesta adecuada, a las amenazas que se cernían sobre el país andino. Vino a ser, como si el presidente Allende hubiera tenido en mente a Evo, y a otros como él, cuando pronunció este profético párrafo, entresacado de sus últimas palabras, "tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales, ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos"