El siglo XX está marcado, casi de principio a fin, por dos grandes movimientos tectónicos de signo contrario, la revolución social y la reacción frente a ella. Por esos campos de batalla correteó en los años sesenta y setenta un animal fantástico, la llamada vía democrática al socialismo, que permitiría superar el sistema capitalista sin que mermaran los derechos y las libertades. La última aparición de ese animal tuvo lugar en Chile, donde en tal día como ayer de hace cuarenta años fue abatido por la reacción. Recuerdo bien dónde estaba, qué hacía, quién me lo dijo desolado, porque en el archivo emocional me ha quedado en ese punto del rollo de la memoria un abatimiento, una tristeza de la razón, que ocupa volumen y no ha perdido grosor. Desde ese día supimos que solo existían los animales conocidos, y de pronto nos hicimos políticamente adultos, lo cual parece cosa buena, pero resulta fatal para los sueños.