¿Dónde se escondía el masivo fervor nacionalista que desborda Cataluña? Durante décadas, el nacionalismo se ha mantenido en un razonable querer y no poder, y de pronto ahora es un clamor ensordecedor. Pero la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma, dice el primer principio de la termodinámica. Ya se habló aquí de la alquimia que ha conseguido transformar la energía negativa del malestar social provocado por la crisis y los recortes en una energía de aparente signo positivo: la esperanza de que todo eso cambiará con la independencia. Mucha gente se cree esto de veras, con la inocencia y el gesto algo iluminado de cualquier conversión. ¿Un milagro? Hay algo prodigioso en toda alquimia, pero ésta ya era conocida: todos los nacionalismos surgidos en la historia vienen de una crisis, y de una reacción que al grito de ¡salvémonos nosotros! enciende el fervor de las gentes.