Cristiano a veces se pone mimoso, por falta de cariño en el Real Madrid. Veo su foto junto a Florentino, casi abrazados, papá mirándolo tiernamente de abajo hacia arriba (una cuarta de diferencia de estatura), mientras el pequeño Cris, contento al fin con su juguete metálico, abre una sonrisa y deja los morritos. No era cuestión de dinero, en esto hay que creerle, era otra cosa, necesidad de sentirse querido, algo vital para la autoestima. ¿Cuánto me quieren en el Real? Mucho. Sí, pero ¿cuánto? Los niños son muy perspicaces en esto, no es fácil engañarlos con halagos, caricias y carantoñas. Cuando un mayor se muestra zalamero para congraciarse, el niño suele ponerse en guardia, ya conoce los trucos del adulto, y responde con unos ojos escrutadores, a los que luego suele seguir una pregunta: ¿qué me traes?, ¿qué me das? Florentino ha demostrado que sabe bien cómo tratarlos.