El periodista y analista político Robert D. Kaplan acaba de publicar un interesante ensayo donde muestra el papel del territorio en la evolución de las naciones del mundo. En su opinión hay países o regiones de la superficie terrestre donde la disposición de los relieves, la existencia o no de mares y, asimismo, las condiciones del clima han jugado un papel importante en su devenir histórico, llegando incluso a marcar su evolución política y económica. No es un argumento nuevo. El ambientalismo del siglo XVIII y el determinismo en el tránsito del XIX al XX hicieron del medio físico el elemento determinante en la evolución de los seres humanos y su distribución en la superficie terrestre. Es una especie de «venganza» de la geografía, tal y como titula Kaplan su ensayo. En la superficie terrestre, hay territorios donde el clima realmente marca impronta, y lo ha hecho desde época histórica. Kaplan habla de la bonanza del clima en Europa como clave para entender su posición privilegiada en el contexto geopolítico y económico mundial. Y, frente a ello, se opone las dificultades que ofrece la geografía y el clima en centro África para comprender su papel en el mundo actual. Afirmaba el geógrafo inglés W. Gordon East que «la naturaleza impone; el hombre dispone», para expresar su idea de que la acción del ser humano está limitada por los parámetros físicos que impone la geografía. Y entre ellos el clima es el más importante. Permite, de entrada, comprender la distribución del ser humano en las diferentes regiones mundiales. En palabras del politólogo Nicholas J. Spykman, «la geografía no discute. Es, sin más».

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