España ha caído de repente en la cuenta, a raíz del decimotercer paso por el taller del rey, de que no sabe a ciencia cierta para qué sirve un príncipe heredero dando por hecho que sí tiene meridianamente claro para qué sirve un monarca. No deja de ser tan anecdótico como elocuente que dos de los galenos que han tenido en sus manos la salud de Juan Carlos de Borbón y de la monarquía española „es difícil separar al hombre de su corona„ en los últimos tres años se preguntaran „en tono de broma, que a menudo es donde más y mejor anida la verdad„ por el oficio de soberano. El doctor Molins López-Rodó, al ser preguntado por la recuperación del Primero de los Pacientes tras su intervención más delicada, la del nódulo en el pulmón, contestó que podría regresar al despacho en cosa de quince días porque «no es lo mismo descargar muelles que reunirse y saludar» y Cabanela, traído desde la clínica Mayo, confesaba la semana pasada al ser interrogado por idéntica cuestión: «Yo no sé exactamente lo que hace un rey». Pues no parece un buen diagnóstico...