En la espectacular Serra de Bèrnia, en el término municipal de Callosa d´En Sarrià, se cocina un nuevo atentado urbanístico, insistiendo en los errores que nos han llevado a la ruina. En un enclave especialmente protegido que alberga un fuerte renacentista, neveras y cuevas entre otras maravillas de un paisaje cultural y natural, hoy afortunadamente libre de urbanización.

Objetivo: recalificación de suelo para construir más de 2000 viviendas de lujo, un hotel y 2 campos de golf con el beneplácito, al parecer, de todo el espectro político municipal. Promotores privados por mero negocio y los públicos „eso dicen„ creyendo que con ello van a quitarse polvo de las alpargatas agrícolas, diversificando su monocultivo nisperero. Para conjurar las críticas, altas dosis de marketing internacional para vender el proyecto al exterior como lo que no es, y acallar las protestas del interior.

Este tipo de urbanización dispersa ha probado de sobra en nuestro país su ineficiencia, no sólo por atentar contra valores ecológicos y paisajísticos, sino también por generar fuerte dependencia del vehículo privado, causar aislamiento social e incrementar el coste de dotación y mantenimiento de los imprescindibles servicios públicos. Para colmo, en un territorio con recursos hídricos sobreexplotados.

Aquí, sin embargo, es el «glamour» del elenco de arquitectos escogidos lo que pone una nota de color excepcional. Nada menos que Zaha Hadid, David Chipperfield, Dominique Perrault, Souto da Moura o Rafael de la Hoz, entre otros. Los videos promocionales del proyecto ofrecen sorprendentes declaraciones de alguns de estos autores cuyo prestigio, en el ámbito profesional, no era ajeno a su proclamada sensibilidad hacia los valores ecológicos y sociales que ahora peligran.

Perrault, por ejemplo, sostiene que la creación arquitectónica puede mejorar el lugar a pesar de su impacto. Souto, por su parte, afirma estar encantado de promover una ciudad «andaluza» para turistas, mientras rechaza el término de arquitectura sostenible prefiriendo calificarla como arquitectura «adecuada»: un término que podríamos aceptar si no fuera porque aquí parece demasiado «adaptable». Las imágenes promocionales, ya vistas en la comarca „urbanización escalonada mirando al mar„ no casan para nada con sus palabras.

Con frecuencia se intenta descontextualizar la arquitectura del entorno físico y social, y aquí parece oportuno citar una reflexión reciente: «Que la arquitectura sea de más o menos calidad (€) no la exime en ningún momento de su profunda responsabilidad en un atentado de esta magnitud (Sobre La Manga del Mar Menor, Juan A. Sánchez Morales)». Parece que los proyectistas de Bèrnia no se sienten concernidos, dejando sin respuesta las apelaciones que la asociación Callosa Sostenible les ha dirigido individualmente.

¿Y las administraciones? El ayuntamiento de Callosa ha rechazado las alegaciones, lógicamente muy críticas, de diversas asociaciones y particulares. La Generalitat sigue su política de inhibición activa, deja hacer y bendice toda serie de disparates, contradiciendo su propia Estrategia Territorial (por ejemplo, aceptando en el marjal de Gandia una zona recreativa y campo de golf). Y finalmente, la Confederación Hidrográfica del Júcar no ve contradicción alguna en que la promotora perfore y extraiga caudales del acuífero sobreexplotado.

Como vemos, el «glamour» maquilla pero no salva las malas prácticas: el fondo inasumible de nuestro urbanismo subsiste, agravado con la reciente suavización de la normativa proteccionista, Ley de Costas incluida. Durante el boom, nuestras objeciones se despreciaban en nombre del «progreso y la actividad económica», y ahora, tras su explosión, en nombre de «la salida de la crisis». Esto no puede seguir así. Se impone que la Generalitat asuma su responsabilidad y dicte una moratoria urbanística sobre los proyectos en marcha, sea cual fuere su estado de tramitación.

Urge debatir públicamente y establecer un nuevo modelo supralocal, abandonando el crecimiento por el crecimiento, dejando definitivamente por superados los caprichos, lotería o bicoca por las circunstancias de cada término municipal. Es preciso reparar los daños de los excesos recientes, mejorando a la vez nuestros hábitats urbanos y rurales con criterios razonables. El buen urbanismo se presenta como una magnífica herramienta para ayudar a salir del pozo.

Más allá de los nísperos, las vistas al mar y los arquitectos estrella, por ejemplo.