Hace cuatro años Teo Rodríguez era un comercial de maquinaria pesada queriendo dar un vuelco a su vida profesional. Aficionado al sexo, se percató de que la mayoría de los «sex-shops» de la ciudad tenían idéntico tenebrismo siniestro. Siguiendo una tendencia internacional que marca lo sexual como algo prohibido y feo, estas tiendas estaban diseñadas bajo el signo de lo oculto. Fachadas negras y accesos muy cerrados, sin escaparates ni atractivos visibles desde el exterior. Teo soñó con crear una tienda erótica distinta, donde la transparencia fuera el elemento predominante. Grandes cristaleras que permitieran al transeúnte ver lo que había dentro, como en cualquier otro establecimiento comercial.

Exhibición normalizada de objetos y libros maravillosamente obscenos. Liberación, en cierta manera, del complejo mundo de lo sicalíptico. Teo abrió la tienda soñada en un local de la calle de las Mantas, «La mecedora», y después se trasladó a la calle de Calatrava, muy cerca de la señorial calle de Caballeros. Desde allí desarrolla una función de gestor cultural de la erótico, faceta totalmente descuidada por la Administración pública. Esta semana toca un taller de «bolas chinas».

Estas curiosas esferas unidas por un hilo y que normalmente se usan para jugar en aberturas femeninas „también en las masculinas si se quiere, por supuesto„ precisan, como todo juguete que se precie, una técnica que ahora se imparte allí. Teo quiso una denominación que evitara el «sex» para bautizar su creación.

En una reunión de camaradas, un amigo le señaló la mecedora de su casa como nombre mágico. La mecedora con sus curvas, su movimiento y su sensual ronroneo era ideal.Después han surgido otras tiendas parecidas, pero ésta es la decana, distinguiéndose también por su dirección artesanal, puesto que otras son franquicias de cadenas más ambiciosas.

Así desarrolla su función clarificadora en este acertado punto entre los barrios del Carmen, Seu y el Mercat. Muy cerca de allí el Talía nos ofrece la singular comedia «El diario de Adán y Eva de Mark Twain», dirigida por Miguel Ángel Solá.

La encargada de taquilla, Carmen García, siempre nos coloca muy bien. Desde un palco pudimos contemplar este interesante enfrentamiento entre Ana Milán y Fernando Guillén Cuervo, como arquetipos de lo femenino y lo masculino. A lo largo de toda la trama se suceden los desencuentros, pero al final estalla la complementariedad que da sentido a la ambivalencia humana. Comedia excelente para parejas con baches donde se evidencia que lo esencial es la paciencia. Sin salir de este ámbito vivimos el «Festival 10 Sentidos», celebrado esta semana, y nos preparamos para «Valencia Ciutat Vella Oberta». Detrás, un equipo de locos locales con la genial Chele Esteve, alma de las tarjetas de eventos culturales que inundan la capital.

Entre las múltiples actividades planean una serie de rutas guiadas por el centro histórico. La «Plataforma Valencianista» realizó el sábado pasado una excursión titulada «La Valencia secreta». Pero no tenía ninguna connotación pícara, como supusimos. Por ello vamos a proponer al festival de artes «Ciutat Vella Oberta» la realización de una ruta sobre la «Valencia erótica». Puede ser divertido visitar la vieja Mancebía y los antiguos puntos «calientes», retazos de esta Valencia tan procaz, actualmente muy decaída. Teo de «La Mecedora» comenta extrañado cómo la tienda multinacional «Anne Summers» abierta pomposamente en el paseo de Russafa cerró a los pocos meses.

Según los estudios británicos de mercado hechos en España, los valencianos superaban a madrileños y barceloneses en expectativas lujuriosas. Pero el estudio falló porque aquel comercio fracasó. O nos hemos vuelto muy cobardes o es que somos muy tacaños.