Ayer se ofreció el desglose de los presupuestos de 2014. Redactores de la casa hicieron un esfuerzo para, nada más entregar la Generalitat sus números a las Corts, adelantarlos como es obligación y no darles el puente. El caso es que la deuda contraída gripa el entusiasmo del Consell puesto que el pago de intereses se va a los 3,4 millones diarios „estupendo„ por lo que la inversión que nos espera no la describo al dar cosa. Tanto que me la he chupado releyendo paralelamente un artículo de un astrofísico de la tierra sobre el secreto de los agujeros negros. Me parecía un ejercicio coherente. Digo: a ver si por uno de los dos sitios llego a algún lado. El joven investigador desarrolla su trabajo en la Universidad Chalmers de Tecnología de Suecia. No va a ser aquí. Nuestras apuestas se han centrado en otros universos.

Aunque los llamados proyectos emblemáticos han quedado fuera de órbita, ahora hay que apechugar con ellos. En los presupuestos se advierte que el aeropuerto más famoso de España con diferencia, el de Castelló, recibirá sus primeros aviones antes de verano, aunque sin precisar si son de verdad. Obviamente ahí es donde me paso al relato del astrofísico para el que «los "agujeros negros" son objetos extraordinarios. En sus inmediaciones son capaces de generar una fuerza de gravedad tan intensa que todo cuerpo que se acerca demasiado no tiene escapatoria ni puede evitar ser destrozado y engullido». ¿Qué nos va a contar? A esa conclusión se llega desde Goteburgo y desde la Ciudad de la Luz. Y concluye el científico: «Hasta hoy ha sido difícil presenciar una de las indigestiones que ocurren cuando el agujero negro ha sido incapaz de tragarse toda la materia y expele enormes chorros, mayores que una galaxia. Los chorros de materia son opacos y esta opacidad se hace más alta cuanto más cerca estamos del agujero negro». Será astrofísica, pero suena cercanísimo.