Hoy ha llegado a casa el recibo de la luz. Nos hemos quedado congelados pese al calor que no acaba de marcharse. La primera reacción al ver el importe es visceral. A alguien, en algún sitio, le tienen que haber chirriado algo en los oídos. La segunda es analizar cómo hemos llegado hasta aquí. ¿Tendrá algo que ver ese cambio de contrato que nos ofreció un comercial y con el que íbamos a pagar menos? Finalmente nos esforzamos en pensar si podemos hacer algo para evitar pasar de nuevo por este trance. ¿Podemos apagar bombillas? Seguramente ¿ Desenchufar equipos, routers, ordenadores? También...pero ¿Servirá de algo? Las compañías eléctricas hace tiempo que se temen algo; una especie de revolución silenciosa que se está incubando en empresas y familias para no pagar la barbaridad que aparece ahora en el recibo. Saben que, ahora sí, esta revolución es posible gracias a la tecnología solar fotovoltaica y al incremento de la conciencia de consumidor y se blindan con la complicidad del Gobierno. El truco es disparar el precio de todo lo que es fijo en el recibo de la luz, incluso introduciendo nuevos conceptos como el peaje de respaldo, de modo que cualquier medida de ahorro adoptada por el usuario sirve de poco/nada.

Las empresas españolas tienen que competir con las del resto de mundo y no lo hacen en igualdad de condiciones porque pagan la energía eléctrica„por no hablar del gas o el petróleo„ mucho mas cara que el resto. En casa es peor. Según una estadística de Eurostat, el INE de Europa, en 2011 y antes de que se agravara el rally alcista en el recibo de la luz , la energía más cara en Europa antes de impuestos para un hogar con consumo medio era la de España, solo superada por las islas de Malta y Chipre.

Si se elevan los costes fijos en el recibo no se incentiva el ahorro, ni la eficiencia energética, ni el uso de renovables sin subvención como la energía fotovoltaica y así, hablemos de meteo, la emisión de gases de efecto invernadero del sector energético se mantiene al alza y el planeta se calienta «hasta el infinito... ¡y más allá!». Ya lo dijo Buzz Lightyear.

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