En 1983 se estrenó una película de gran impacto cuyo protagonista fue Michael Douglas. El guión de la misma „circunscrita a las especiales circunstancias del sistema judicial norteamericano extremadamente garantista„ sintetizaba la situación personal de un grupo reducido de jueces que, ante la aplicación de la ley de manera literal y con la intervención de expertos abogados defensores, se ven sorprendidos con la exoneración de responsabilidad de peligrosos delincuentes detenidos y puestos a disposición judicial. Su situación „constatada de manera subjetiva la culpabilidad de los procesados„ les lleva a una peligrosa práctica de interpretación rigorista de la ley: contratar sicarios que ejecuten a los delincuentes que han sido liberados por defectos formales en la obtención de pruebas.

La película „Los jueces de la ley„ obtuvo, a partir del 5 de agosto del 83 (su estreno mundial), un éxito importante y una clara división de opiniones. Quienes ponían por encima de todo la ley valoraban el contenido de la película en sentido negativo. Los que optaban por el criterio de la justicia aplaudían la actuación del juez y su grupo.

El Tribunal de Estrasburgo, con la resolución en contra de la doctrina Parot, ha dividido innecesariamente a la sociedad española en todos y cada uno de sus estamentos. La manifestación este pasado fin de semana en Madrid ha sido una clara expresión de la insatisfacción existente en miles de españoles con la decisión de este tribunal europeo en su interpretación de la aplicación de las penas y del sentido de castigo que deben tener sobre todo para el caso de hechos especialmente reprobables y ominosos. El estado de indefensión en que han quedado las víctimas debería llevar a buscar un mayor equilibrio entre delito y pena y a implantar ya la condena perpetua revisable.