Estoy convencido de que la mayoría de los mossos d´Esquadra son profesionales que tratan de hacer su trabajo, nada fácil. Sin embargo, si yo fuera catalán, estaría preocupado porque el Gobierno central indulte a unos cuantos mossos torturadores y no por tratarse del ejecutivo de Madrid „eso sólo es el recochineo añadido: como si Florentino Pérez diera lecciones de fútbol„ sino porque siguen los torturadores en un cuerpo teóricamente destinados a protegerles. Algunos vídeos muy difundidos acerca de actuaciones de los mossos en el Raval, en comisaría y con inmigrantes demasiado visibles para el gusto desinfectado, te abren las carnes. Y no te las cierran.

El otro día, un policía de Madison golpeó a dos judíos de Milwaukee e Illinois „muy americanos, pues„ porque tomó por castellano lo que era hebreo. No quiero pensar lo que les hubiera pasado a dos mestizos de Haití hablando criolle si al policía le hubiera parecido griego. Como sabe cualquier aficionado a la literatura, entre dos mundos puede haber menos distancia que entre Vilanova i la Geltrú. Hay muchos mundos, pero todos están en éste, conquista conceptual del surrealismo „y los mossos son paisanos de Dalí„que se puede obtener en cualquier sitio, incluso (aunque es poco probable) en el museo Reina Sofía.

Corolario inquietante: no sería la primera vez que un Estado pequeño y nuevo se estrena con bravuconadas para que se vea que manda mucho: a lo peor, algunos mossos en vez de pedir una Cataluña independiente, han decidido independizarse ellos y andar a su aire, algo intoxicado. Como decía Fernando Savater el otro día, la conciencia es sobre todo mala conciencia (propia), aunque existe el atajo de creerse uno mismo la conciencia, lo que te libra de analizar tus actos, pedir las cosas por favor y limpiar la casa propia antes de señalar la suciedad ajena. Como un empacho de virtud al que son más sensibles quienes más piropos se dan y reciben por modernos, eficaces y demócratas. Dicho sea con todos los respetos a esto, aquello y lo de más allá.